Tan importante como la Casa de las Conchas fue la Casa Palacio de los Lajusticia, en la calle Mayor, cuyos últimos restos fueron desafortunadamente destruidos, siendo propiedad municipal.
Afortunadamente, pudo salvarse la magnífica
piedra armera, posteriormente restaurada, gracias a la iniciativa de Dª. Pilar
Nogués y D. Alfonso Caeyers (+), en quienes había recaído su propiedad.
De aquel palacio, de grandes proporciones, formaba parte también lo que fue palacio de los Nogués, en donde se encontraba la escalera monumental. Remodelada esa zona segregada en el siglo XIX, ha sido recientemente rehabilitada, como ya informamos en este blog.
Esa Casa de los Lajusticia vuelve a
estar de actualidad, tras el descubrimiento efectuado por el Dr. D. Isidro
Aguilera Aragón de un documento en el que da cuenta de los robos efectuados por
los franceses, en las iglesias de Zaragoza pero en el que, por razones desconocidas,
se incluyen los llevados a cabo en algunas casas particulares de la provincia.
Entre ellas, la de D. Francisco de
Lajusticia en Borja (la única que menciona de nuestra ciudad), de donde se
llevaron dos tablas notables que se describen de la forma siguiente:
“Un Altar portátil de dos palmos de
alto. En el centro, pintado un Calvario con los dos ladrones. En las
portezuelas, en una la Resurrección y, en otra, las Marías quando ban al Sepulcro.
En la parte de afuera S. Pedro y S. Pablo, a claro oscuro. Obra excelentísima
de Lucas de Olanda”.
A la vista de ello, podemos deducir que
se trataba de un magnífico tríptico cuyo autor, conocido como “Lucas de Holanda”,
era el pintor flamenco Lucas de Heere, nacido en Gante en 1534 y fallecido en
París en 1584. Discípulo de Frans Floris, por su condición de protestante, tuvo
una vida azarosa, desplazándose por varios países. Destacó como retratista. En la
obra que mostramos, conservada en la catedral de Gante, aparece Felipe II, representado
como Salomón.
En España son muy pocas las obras que se
conservan de él. En el Museo del Prado está un retrato de Felipe II, que se le
atribuye. De ahí la importancia de tenía este tríptico de Borja, cuyo destino
no se conoce y que sería conveniente investigar, tarea complicada pues puede
encontrarse en un museo o en una colección privada o, quizás, definitivamente
perdido.
La otra tabla, de mayor tamaño y de
autor desconocido, se señala que representaba a “un joven meditando con una
calabera en la mano”. No debía ser de menor mérito, dado que fue expresamente
incluida en esta relación donde significativamente no aparece ningún otro
palacio borjano. Sabemos que, al menos, el de los San Gil se encontraba en
pleno esplendor, recuperado de la crisis de la Guerra de Sucesión, pero su
propietaria era francesa, por lo que no sufrió las consecuencias del saqueo,
antes bien, sirvió de alojamiento para el comandante de las fuerzas de
ocupación.
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