San
Antonio Abad (siglo III). Destacamos en primer lugar
a este Santo, también conocido como San Antón, dado el arraigo que tiene en
nuestra zona, al que nos referimos en otros artículos. Aquí queremos reseñar
simplemente que había nacido en Egipto en el año 251 y que, cuando tenía 20
años, vendió todas sus posesiones, repartió el dinero a los pobres, y se retiró
al desierto donde vivió como anacoreta durante toda su vida, siendo el principal
impulsor de las comunidades eremíticas que surgieron en esa zona. Falleció a la
avanzada edad de 105 años.
Santos
Espeusipo, Elausipo, Melasipo y Leonila (siglo II).
Originarios de Capadocia fueron, según la tradición, tres mellizos que fueron
martirizados durante la persecución de Marco Aurelio, junto con su abuela
Leonila. Nada se conoce de sus vidas pero sus nombres aparecen registrados
desde la antigüedad, siendo objeto de especial culto en Francia y, en concreto,
en Langres, donde se conservaban sus restos.
San
Julián Sabas (siglo IV). También conocido como
Julián “el viejo” (palabra a la que equivale Sabas), había nacido en Anatolia y, durante la época
de la herejía arriana, huyó a Mesopotamia para vivir como un eremita, alejado
del mundo. Más tarde, fundó un monasterio en Edesa, donde falleció hacía el año
377. Es considerado el precursor de los numerosos eremitas que hubo en esa
zona, atraídos por su ejemplo.
San
Marcelo de Die (siglo VI). Nacido en Aviñón, era
hermano de San Petronio, obispo de Die, que se encargó de su educación y fue
quien lo ordenó sacerdote, sucediéndole después en esa sede episcopal. Le tocó
vivir también la turbulenta etapa de la herejía arriana, contra que la lucho
incansablemente, siendo desterrado por el rey Eurico, que era arriano,
falleciendo en 510. Actualmente, es patrono de la diócesis, conjuntamente con
su hermano y predecesor.
San
Sulpicio Pío (siglo VII). Nacido en Vatan (Francia) hacia
el año 576, en el seno de una familia noble, cursó la carrera eclesiástica,
educándose en la escola palatina de la corte. Fue ordenado presbítero el año
612 y ejerció como capellán real. Sucedió en la sede de Bourges al obispo San
Austregisilo que había sido quien le confirió la ordenación sacerdotal. Su
presencia está documentada en el concilio de Clichy (626). No dudó en
enfrentarse a los monarcas en defensa de los fieles que tenían confiados y, al final
de su vida, se retiró a un monasterio cercano a Bourges, donde falleció el 17
de enero de 646. Gozó del favor de las gentes que le llamaban “pío”, como
equivalente a “bueno” y su tumba se convirtió en centro de peregrinación.
Beato
Gamalberto (siglo VIII). Nacido Michaelsbuch (Alemania), en el
seno de una acaudalada familia, renunció a la carrera militar, dedicándose a
los trabajos del campo hasta que emprendió una peregrinación a Roma, donde fue
ordenado sacerdote, regresando a Baviera para hacerse cargo de la parroquia de Michaelsbuch,
donde ejerció su ministerio pastoral durante más de 50 años, dando ejemplo de
dedicación y entrega a los más humildes. Al final de su vida entregó todos los
bienes que había recibido por herencia a San Utón, al que había bautizado, para
que construyera el monasterio de Metten.
Falleció hacia el año 802 y su culto fue confirmado por San Pío X en
1909.
Santa
Roselina de Villeneuve (siglo XIII). Nacida en el
castillo de Arcs (Provenza, Francia) el 27 de enero de 1263, era hija del barón
Arnaldo des Arcs de Trans y de Sibilla de Sabran. Aunque fue educada en un
convento de clarisas, decidió profesar en la orden de la cartuja, buscando
mayor rigor y austeridad. Profesó el día de Navidad de 1280, cuando tenía 17
años en el monasterio de Bertrand, donde deseaba permanecer. Sin embargo, por
influencia de su padre, fue enviado al de Celle-Rouband, donde era abadesa una
tía suya, a pesar de lo cual vivió de acuerdo con la regla de la orden, en
completo silencio, entregada a la oración. Fue elegida abadesa y, al final de
su vida, pidió ser relevada, falleciendo el 17 de enero de 1329, siendo
venerada como Santa inmediatamente. Su culto fue confirmado en 1851 y cuerpo
incorrupto se ha conservado hasta nuestros días en esa cartuja. Se la
representa con flores, en alusión a un prodigio acaecido en su juventud, cuando
al reprocharle su padre que entregara pan a los pobres, se convirtió en rosas,
algo que comparte con otras santas.
San
Jenaro Sánchez Delgadillo (siglo XX). Nacido en Agualele
(México) el 19 de septiembre 1886, en el
seno de una humilde familia, cursó los estudios eclesiásticos en el seminario
de Guadalajara, siendo ordenado sacerdote el 20 de agosto de 1911. Ejerció su ministerio
pastoral en varias parroquias y, en 1923, fue nombrado vicario de
Tamazulita, en la diócesis de Autlán. Allí le
sorprendió la persecución desatada contra los católicos mexicanos, a pesar de
lo cual siguió cumpliendo su cometido. El 17 de enero de 1927 fue detenido por
tropas federales, sin ofrecer resistencia, junto con otras personas. Llevado a
un cerro, fue martirizado y atado a un árbol, donde permaneció toda la noche.
Al amanecer, regresaron los soldados y al ver que continuaba vivo, le dispararon
un tiro al hombro para hacerlo sufrir y finalmente lo mataron con una bayoneta.
Fue beatificado el 22 de noviembre de 1992 y canonizado por San Juan Pablo II
el 21 de mayo de 2000.
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