San
Ildefonso de Toledo (siglo VII). Nacido en Toledo en el año
607, pertenecía una familia noble visigótica. Según la tradición era sobrino
del obispo de Toledo San Eugenio III. Ordenado diácono, profesó en el
monasterio de Agali, situado en las afueras de esa ciudad. Se le atribuye la
fundación de otro monasterio del que fue elegido abad. En el año 657 fue
elegido obispo de Toledo, falleciendo diez años después. Escribió diversas
obras y textos litúrgicos.
Santos
Severiano y Aquila (siglo III). Desde época muy antigua se
venera a estos dos Santos martirizados en la ciudad de Cesárea de Mauritania,
en el norte de África (en la actualidad corresponde a la ciudad de Cherchel en
Argelia), de los que se conocen muy pocos datos, aunque según la tradición
fueron esposos y fueron quemados vivos.
Santa Emerenciana (siglo IV). Su culto y
su martirio están vinculadon al de Santa Inés, de quien era niñera la madre de
Santa Emerenciana. Ésta era muy joven y estaba siendo educada en la Fe
cristiana, pero no había sido bautizada. Pocos días después de ser sepultada
Santa Inés, Emerenciana fue a rezar a su tumba y allí fue sorprendida por unos
paganos, siendo apedreada hasta morir. Es la Patrona de la ciudad de Teruel.
Santos Clemente de
Ancira y Agatángelo (siglo IV). San Clemente había nacido en Ancira
(Turquía), en 250, hijo de padre pagano y madre cristiana. Fue monje y, por su
vida ejemplar fue elegido obispo. Se sabe que fue detenido durante la
persecución de Diocleciano, siendo ejecutado en compañía de Agatángelo, un
joven cristiano al que la leyenda afirma que coincidió con él en prisión y
quiso correr su suerte, mientras otras fuentes afirman que era diácono suyo. Su
martirio tuvo lugar entre el año 303 al 310.
San
Amasio de Teano (siglo IV). Al parecer era un sacerdote
de origen oriental que huyó de su tierra natal para refugiarse en Roma, en
tiempos del Papa Julio II, que lo envío a la región de la Campania en donde,
las disputas entre arrianos y católicos se habían recrudecido, logrando imponer
la ortodoxia. Elegido obispo de Teano, gobernó esa sede, de la que fue su
segundo prelado, con prudencia y rectitud, falleciendo allí en el año 356. Es copatrón
de esa ciudad.
San
Mainbodo (siglo IX). Es el clásico ejemplo de un Santo
venerado desde antiguo del que, sin embargo, no se conocen detalles precisos de
su vida e, incluso, es imposible fijarlo en una época determinada. Se señala el
siglo IX, por corresponder al traslado de sus reliquias a la iglesia de San
Pedro en Dampierre. Según la tradición era de origen irlandés y llegó a esa
ciudad como peregrino, siendo asesinado por unos ladrones al creer que se
trataba de una persona acaudalada, por llevar guantes.
San Andrés Chong Hwagyong (siglo XIX). Había nacido en la
ciudad de Cheongsan (Corea) y era catequista. Durante las persecuciones contra
los cristianos, escondió en su casa al obispo San Lorenzo Imbert, vicario
apostólico de Corea, pero engañado por unos funcionarios que lo buscaban,
haciéndole creer que había cesado la persecución, reveló sin querer el lugar
donde se ocultaba el obispo que fue detenido. También corrió la misma suerte el
propio catequista, aunque fue puesto en libertad, al considerarlo un hombre de
limitadas luces, aunque volvió a ser arrestado, sufriendo numerosos tormentos,
manteniéndose firme en la Fe hasta que fue estrangulado el 23 de enero de 1840.
Beatificado por Pío XI en 1925, fue canonizado por San Juan Pablo II en 1984.
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