lunes, 30 de enero de 2017

Santoral del 30 de enero

San Matías de Jerusalén (siglo II). Solamente conocemos el dato de que fue obispo de Jerusalén y que, probablemente, fue el octavo en ocupar esa sede, fundada por el apóstol Santiago. El resto son conjeturas y, en algunas ocasiones, noticias no exentas de confusión. 



San Barsimeo de Edesa (siglo III). Algo similar sucede con este obispo de Edesa, cuya vida está rodeada de leyendas. El único dato fiable es que fue consagrado a comienzos del siglo II y que, según la tradición, está asociado con los hermanos San Sarbelio y Santa Bebaia, a los que hicimos referencia ayer, con los que fue detenido aunque, a diferencia de ellos, San Barsimeo pudo salvar su vida, tras sufrir diversas torturas, pudiendo retornar a su sede al término de las persecuciones.




Santa Martina (siglo III). Según la leyenda era hija de un noble romana y había sido ordenada de diaconisa, muriendo mártir en fecha indeterminada. Pero, a pesar de esa falta de precisión en cuanto a su vida, su culto adquirió gran importancia a partir del siglo XVI, aunque ya era venerada desde el siglo VII, contando con una iglesia a ella dedicada en el foro romano, en la que fueron encontrados sus restos en la época antes citada, en compañía de los de otros tres mártires, llegando a ser considerada una de las Patronas de Roma.



Santa Batilde (siglo VII). Era una joven de origen anglosajón que fue capturada por piratas y vendida como esclava en Francia, donde terminó casándose con el rey merovingio Clodoveo II, con el que tuvo tres hijos que también ciñeron la corona real: Clotario III, Teodorico III y Childerico II. Al haber quedado viuda, en 657, ejerció como regente durante la minoría de edad de Clotario pero, posteriormente, se retiró al monasterio de Chelles, en el entorno de París, donde la que había sido soberana, dio pruebas de extremada humildad y dedicación a la oración. Murió el 30 de enero de 680, convirtiéndose su tumba en lugar de peregrinación por los muchos milagros obtenidos mediante su intercesión. 



Santa Aldegunda (siglo VII). Nacida en Hainault (Bélgica) en el año 635, era hija de Wlaberto y Bertilia, venerados como santos antiguamente. Ingresó en el monasterio de Mons que había fundado su hermana Santa Waldetrudis, pero posteriormente se retiró a una ermita alejada donde surgió el monasterio de Maubeuge. Aquejada de una grave enfermedad que soportó con gran paciencia, falleció allí el 30 de enero de 684.

San Armentario de Pavía (siglo VIII). Fue obispo de Pavía, siendo consagrado a comienzos del siglo VIII. Se le recuerda especialmente por haber transportado las reliquias de San Agustín, tras ser rescatada de los sarracenos de Cerdeña, así como por su empeño al mantener la independencia de su sede, respecto a la de Milán. Por causas desconocidas renunció en el año 722 y murió nueve años después. 



San Teófilo el Joven (siglo VIII). Fue un militar que ejerció el mando de la base que el Imperio Bizantino tenía en Chipre. Allí fue capturado por los musulmanes y llevado ante el califa, se le propuso renegar de su fe. Comoquiera que se mantuvo firme en sus creencias, permaneció prisionero durante más de cuatro años, a la espera de poder obtener un rescate, siendo finalmente decapitado el 30 de enero de 790, por haberse negado a cumplir el Ramadán.



San Lesmes (siglo XI). Nacido en Loudun (Francia) en el seno de una familia rica, tras repartir todos sus bienes entre los pobres, emprendió una peregrinación a Roma, profesando después en el monasterio de La Chaise-Dieu, del que llegó a ser abad.  Cuando Constanza de Borgoña contrajo matrimonio con el rey de Castilla Alfonso VI, lo mandó llamar, encomendándole la tarea de sustituir la liturgia mozárabe por la gregoriana. En Burgos, fundó el monasterio benedictino de San Juan Evangelista y acompañó al monarca en la reconquista de Toledo. Falleció en 1097, siendo enterrado inicialmente en el monasterio que había fundado y sus restos fueron trasladados más tarde a la iglesia que se erigió en su honor. Es el Patrón de la ciudad de Burgos.



Beato Francis Taylor (siglo XVII). Nacido hacia 1550 en Swords, localidad perteneciente al condado de Dublin (Irlanda), se estableció en la capital, donde contrajo matrimonio con la hija del alcalde de la ciudad, cargo que también desempeñó a partir de 1595. Detenido en 1613, por su condición de católico, permaneció en prisión durante cerca de siete años, sufriendo todo tipo de penalidades hasta que falleció el 30 de enero de 1621. Fue beatificado por San Juan Pablo II en 1992.



Beatos Ogasawara Gen`ya, Miya Kagayama y trece compañeros (siglo XVII). Ogasawara Gen`ya y Miya Kagayama, eran un matrimonio que, con  sus nueve hijos y cuatro sirvientes, fueron detenidos durante la persecución desencadenada contra los católicos en Japón. Fueron decapitados en el patio del templo Zengo-In de Kumamoto el 30 de enero de 1636. El Papa Benedicto XVI los beatificó, junto con otros mártires japoneses.



Santa Jacinta Mariscotti (siglo XVII). Clarice de Mariscotti nació en Vignanello (Italia) el 16 de marzo de 1585, en el seno de una noble familia, condes de Vignanello, título vinculado a su madre, Ottavia Orsini. Fue una niña caprichosa y, en cierto modo, insoportable a la que sus padres enviaron al convento de San Bernardino de Viterbo, de terciarias franciscanas, para que se educara bajo la tutela de su hermana que allí llevaba una vida de santidad y recogimiento. No aguantó mucho la joven Clarice, retornando al domicilio familiar, donde su conducta obligó al padre a enviarla de nuevo al convento contra su voluntad. Tuvo que aceptarlo pero sus caprichos se trasladaron al interior del claustro, donde hizo instalarse una suntuosa celda y prácticamente se desentendió de la vida comunitaria. No obstante, dos graves enfermedades que se le presentaron inesperadamente y el consejo del confesor al que recurrió la que ya se llamaba Sor Jacinta, le decidieron a emprender una nueva vida, de extrema piedad y penitencia, convirtiéndose en un ejemplo para la comunidad. Su labor se proyectó también a la ciudad donde fundó la cofradía de los encapuchados, en 1636, para atender a los enfermos y la congregación de Oblatos de María, en 1638. Además logró que la duquesa de Farnesio fundara dos conventos de clarisas en la propia ciudad de Farnesio y en Roma. Murió el 30 de enero de 1640, cuando ya era considerada una santa por todos sus convecinos. Beatificada por Benedicto XIII, en 1762, fue canonizada por Pío VII en 1807.      



Beato Sebastián Valfrè (siglo XVII). Nació en Verduno del Piamonte (Italia) el 9 de marzo de 1629. Dados los escasos recursos de su familia, comenzó a trabajar para pagarse los estudios, dado que quería ser sacerdote desde muy niño. Logró graduarse en la universidad de Turín, donde más tarde, alcanzó el Doctorado en Teología (1656). En 1651 ingresó en el Oratorio de San Felipe Neri, siendo ordenado presbítero al año siguiente. Ejerció su actividad pastoral en Turín, durante toda su vida, dedicado a la predicación y a la dirección espiritual de muchas personas que hasta él acudían. Pero, al mismo tiempo, se consagró a la atención de los pobres y necesitados de toda la región. Destacó como confesor ejemplar, para lo que pasaba muchas horas escuchando a quienes acudían a recibir el Sacramento de la reconciliación, con la particularidad de que siempre hizo gala de una gran capacidad de discernimiento. Elegido superior del Oratorio en la ciudad, renunció a la sede arzobispal para la que había sido propuesto por Víctor Amadeo I, del que era confesor. Colaboró en la fundación de la Academia Pontificia de Nobles Eclesiásticos, donde todavía se forman los diplomáticos del Estado Vaticano. Es el patrón de los capellanes militares, dada la especial atención que dedicó a los jóvenes soldados. Gran devoto de la Sábana Santa, falleció el 30 de enero de 1710, manteniendo su incansable actividad pastoral hasta sus últimos días. Fue beatificado por Gregorio XVI en 1834.



San Pablo Ho Hyob (siglo XIX). Nacido en Seúl, en 1796, era militar de profesión y cristiano. Por este motivo, durante la persecución desencadenada contra los católicos, fue detenido junto con su mujer y otras cuatro compañeras. Sometidos a numerosas torturas para que apostataran, terminaron cediendo a los requerimientos de sus captores y fueron puestos en libertad. Percatado de lo que había hecho, Pablo se arrepintió y se presentó de nuevo a las autoridades confesando su fe, por lo que fue de nuevo encarcelado y, tras diversas vejaciones, murió estrangulado el 30 de enero de 1840. Fue beatificado por Pío XI en 1925 y canonizado por San Juan Pablo II en 1984, junto con otros mártires coreanos.



Santo Tomás Khuong (siglo XIX). Nacido en Tonkín, hacia el año 1780, pertenecía a una familia de mandarines cristianos. Fue sacerdote y terciario dominico. Detenido durante la persecución del emperador Minh-Manh, se le puso en libertad atendiendo a su ilustre linaje. Continuó ejerciendo su ministerio en la clandestinidad y, tras desencadenarse una nueva persecución, ordenada por el rey Tu-Duc, fue nuevamente detenido cuando tenía ya cerca de 80 años. Condenado a muerte, fue decapitado el 30 de enero de 1860. Beatificado por Pío XII en 1951, lo canonizó San Juan Pablo II en 1988, junto con otros muchos mártires vietnamitas.



San David Galván Bermúdez (siglo XX). Nacido en Guadalajara (México) el 29 de enero de 1881, era hijo de un modesto zapatero. A los 14 años ingresó en el seminario de San José, donde no logró adaptarse, terminando por abandonarlo cinco años después. Comenzó a trabajar en el taller de su padre, hasta que a los 21 años decidió retornar al seminario. Su decisión despertó el recelo de los superiores, al considerarla fruto de su carácter voluble. Sin embargo, tras superar duras pruebas, pudo cursar los estudios eclesiásticos  y ser ordenado sacerdote en 1909. Continuó vinculado a ese centro de formación, donde ejerció como docente y llegó a ser rector. Al clausurarse el seminario, tras la persecución desencadenada contra la Iglesia, ejerció su ministerio pastoral como vicario en varios lugares. En el desempeño de este cometido tuvo que oponerse al matrimonio de una joven con el oficial del Ejército Enrique Vera, lo que provocó un profundo odio en éste, que llegó a detenerlo bajo infundadas razones, por lo que tuvo que ser puesto en libertad. No cejó en su empeño y el 30 de enero de 1915, volvió a arrestarlo, junto a otro sacerdote. En esta ocasión, sin juicio previo, fue fusilado, mientras el otro sacerdote quedaba en libertad. Murió perdonando a sus verdugos y fue beatificado por San Juan Pablo II en 1992 y canonizado por el mismo Pontífice en el año 2000.



San Muciano María Viaux (siglo XIX). Nacido en Mellet (Bélgica) el 20 de marzo de 1841, comenzó trabajando con su padre que era herrero pero, cuando los Hermanos de las Escuelas Cristianas se establecieron en la vecina localidad de Gosselies, quiso unirse a ellos, tomando el hábito en 1856 momento en el que trocó su nombre de pila de Louis Joseph por el de Muciano. Le encomendaron el oficio de campanero y, por su escasa preparación, fue rechazado por los superiores para renovar sus votos, lo que causó gran dolor en el joven que ya se distinguía por su gran piedad. Se cruzó entonces en su vida un hombre providencial, el hermano Maixentis, que se ofreció a ayudarle en su formación, logrando que en 1869 pudiera hacer la profesión perpetua. Fue enviado a los colegios de Chimay y Bruselas, donde lógicamente no destacó como profesor. De allí pasó al colegio de San Bertuino en Malonne, donde los problemas se recrudecieron, dado que se trataba de uno de los mejores colegios de Bélgica. Tuvo la fortuna de coincidir, de nuevo, con el hermano Maixentis quien le dio clases de Dibujo y Música y de una elemental preparación para desempeñar diversos oficios. Pudo continuar así en el colegio durante 57 años, donde se convirtió en un referente de lo que de verdad sabía hacer: rezar. Rezar en todo momento, con especial devoción a la Virgen. Daba clases de las disciplinas que le había enseñado su mentor, Música y Dibujo, pero lo que supo transmitir con su ejemplo a alumnos y compañeros fue que se puede alcanzar la santidad desde la humildad de una vida sencilla, sin necesidad de grandes capacidades intelectuales. Falleció el 30 de enero de 1917, acompañado por el hermano Maixentis que le pidió, en sus últimos momentos, que lo llevara consigo, cosa que acaeció al morir al día siguiente. Fue beatificado por el beato Pablo VI en 1977 y canonizado por San Juan Pablo II en 1989.



Beato Columba Marmión (siglo XIX). Nacido en Dublín (Irlanda) el 1 de abril de 1858, estudió en el colegio de los jesuitas de esa ciudad. A los 16 años, ingresó en el seminario de Holy Cross y, tras completar su formación en el Colegio de la Congregación de Propaganda Fide de Roma, fue ordenado sacerdote en 1881. Emprendió una peregrinación a la abadía benedictina de Montecassino y a su regreso conoció la abadía de Maredsous (Bélgica) que acababa de ser fundada. Quiso profesar en ella pero su obispo no se lo permitió, enviándolo de profesor al seminario en el que se había formado. Pudo logras sus aspiraciones en 1866, adoptando el nombre de Columba, en homenaje al gran santo irlandés. En la abadía tuvo que hacer frente a retos importantes, como el de aprender un nuevo idioma y adaptarse a un régimen de vida diferente. Pronto le encomendaron la misión de ayudar al maestro de novicios y, en 1909, fue elegido abad, el tercero en ocupar ese cargo. Desde allí desarrolló una gran actividad pastoral, tanto el Bélgica como en el Reino Unido. Pero lo más destacado de su vida fue su capacidad como director espiritual y formador de monjes y sacerdotes. Fue beatificado por San Juan Pablo II en 2000.



Beata Carmela García Moyón (siglo XX). Nacida en Nantes (Francia) el 13 de septiembre de 1888, debido a que su padre había tenido que exiliarse por su participación en la  última guerra carlista, retornó con la familia a España, estableciéndose en Segorbe. Quiso ser terciaria capuchina, pero tras ingresar en el noviciado de Altura, lo dejó para vivir en Manises, durante cierto tiempo. Finalmente, marchó a Torrent (Valencia), donde desarrolló una gran actividad como miembro de diversas asociaciones religiosas y de la Comunión Tradicionalista a la que pertenecía.  Catequista en la parroquia, creo en su casa un taller de costura para enseñar a las jóvenes. El 30 de enero de 1937, fue detenida en su domicilio (donde vivía sola, pues era soltera) por un grupo de milicianos que la condujeron al barranc de les Canyes, donde tras violarla, la rociaron de gasolina y la quemaron viva. Fue beatificada por San Juan Pablo II, en 2001, junto con otros 232 mártires de la misma época.    



Beato Segismundo Pisarski (siglo XX). Nacido en  Krasnystaw (Polonia) el 24 de abril de 1902, cursó los estudios eclesiásticos en el seminario de Lublín, siendo ordenado sacerdote en 1926. Tras desempeñar su ministerio pastoral en varias parroquias, fue destinado a Zamch, población que era en su mayor parte de confesión ortodoxa, por lo que tuvo numerosos problemas, siendo trasladado a Gdeszyn, donde ejerció como párroco durante 10 años. Tras la ocupación alemana, en 1939, la parroquia fue entregada a los ortodoxos, pero el P. Pisarski continuó administrando los Sacramentos en un local improvisado de su propia casa. Finalmente, fue detenido y tras someterlo a durísimos interrogatorios, las autoridades nazis ordenaron su fusilamiento que se llevó a cabo el 30 de enero de 1943. Fue beatificado por San Juan Pablo II, en 1999, junto con otros mártires polacos de la misma época.



Beata Maria Bolognesi (siglo XX). Nacida el 21 de octubre de 1924, en Bosaro (Italia), formaba parte de una familia numerosa y sumamente pobre. Apenas pudo asistir a la escuela y tuvo que trabajar en el campo para ayudar al sustento de sus hermanos. Toda su vida se vio afectada por los sufrimientos que le ocasionaron diversas enfermedades que soportó como muestra de su adhesión a la Pasión de Cristo. Sus experiencias místicas, su vida de piedad y su entrega a los pobres y necesitados, despertaron la admiración de sus conciudadanos. Murió el 30 de enero de 1980, siendo beatificada en 2013. 

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