San
Matías de Jerusalén (siglo II). Solamente conocemos el dato
de que fue obispo de Jerusalén y que, probablemente, fue el octavo en ocupar
esa sede, fundada por el apóstol Santiago. El resto son conjeturas y, en
algunas ocasiones, noticias no exentas de confusión.
San
Barsimeo de Edesa (siglo III). Algo similar sucede con
este obispo de Edesa, cuya vida está rodeada de leyendas. El único dato fiable
es que fue consagrado a comienzos del siglo II y que, según la tradición, está
asociado con los hermanos San Sarbelio y Santa Bebaia, a los que hicimos
referencia ayer, con los que fue detenido aunque, a diferencia de ellos, San
Barsimeo pudo salvar su vida, tras sufrir diversas torturas, pudiendo retornar
a su sede al término de las persecuciones.
Santa
Martina (siglo III). Según la leyenda era hija de un noble
romana y había sido ordenada de diaconisa, muriendo mártir en fecha
indeterminada. Pero, a pesar de esa falta de precisión en cuanto a su vida, su
culto adquirió gran importancia a partir del siglo XVI, aunque ya era venerada
desde el siglo VII, contando con una iglesia a ella dedicada en el foro romano,
en la que fueron encontrados sus restos en la época antes citada, en compañía
de los de otros tres mártires, llegando a ser considerada una de las Patronas
de Roma.
Santa
Batilde (siglo VII). Era una joven de origen anglosajón que
fue capturada por piratas y vendida como esclava en Francia, donde terminó
casándose con el rey merovingio Clodoveo II, con el que tuvo tres hijos que
también ciñeron la corona real: Clotario III, Teodorico III y Childerico II. Al
haber quedado viuda, en 657, ejerció como regente durante la minoría de edad de
Clotario pero, posteriormente, se retiró al monasterio de Chelles, en el
entorno de París, donde la que había sido soberana, dio pruebas de extremada
humildad y dedicación a la oración. Murió
el 30 de enero de 680, convirtiéndose su tumba en lugar de peregrinación por
los muchos milagros obtenidos mediante su intercesión.
Santa
Aldegunda (siglo VII). Nacida en Hainault (Bélgica) en el año
635, era hija de Wlaberto y Bertilia, venerados como santos antiguamente. Ingresó
en el monasterio de Mons que había fundado su hermana Santa Waldetrudis, pero
posteriormente se retiró a una ermita alejada donde surgió el monasterio de
Maubeuge. Aquejada de una grave enfermedad que soportó con gran paciencia,
falleció allí el 30 de enero de 684.
San
Armentario de Pavía (siglo VIII). Fue obispo de Pavía,
siendo consagrado a comienzos del siglo VIII. Se le recuerda especialmente por
haber transportado las reliquias de San Agustín, tras ser rescatada de los
sarracenos de Cerdeña, así como por su empeño al mantener la independencia de
su sede, respecto a la de Milán. Por causas desconocidas renunció en el año 722
y murió nueve años después.
San
Teófilo el Joven (siglo VIII). Fue un militar que
ejerció el mando de la base que el Imperio Bizantino tenía en Chipre. Allí fue
capturado por los musulmanes y llevado ante el califa, se le propuso renegar de
su fe. Comoquiera que se mantuvo firme en sus creencias, permaneció prisionero
durante más de cuatro años, a la espera de poder obtener un rescate, siendo
finalmente decapitado el 30 de enero de 790, por haberse negado a cumplir el
Ramadán.
San
Lesmes (siglo XI). Nacido en Loudun (Francia) en el seno
de una familia rica, tras repartir todos sus bienes entre los pobres, emprendió
una peregrinación a Roma, profesando después en el monasterio de La
Chaise-Dieu, del que llegó a ser abad.
Cuando Constanza de Borgoña contrajo matrimonio con el rey de Castilla
Alfonso VI, lo mandó llamar, encomendándole la tarea de sustituir la liturgia
mozárabe por la gregoriana. En Burgos, fundó el monasterio benedictino de San
Juan Evangelista y acompañó al monarca en la reconquista de Toledo. Falleció en
1097, siendo enterrado inicialmente en el monasterio que había fundado y sus
restos fueron trasladados más tarde a la iglesia que se erigió en su honor. Es
el Patrón de la ciudad de Burgos.
Beato
Francis Taylor (siglo XVII). Nacido hacia 1550 en Swords,
localidad perteneciente al condado de Dublin (Irlanda), se estableció en la
capital, donde contrajo matrimonio con la hija del alcalde de la ciudad, cargo
que también desempeñó a partir de 1595. Detenido en 1613, por su condición de
católico, permaneció en prisión durante cerca de siete años, sufriendo todo
tipo de penalidades hasta que falleció el 30 de enero de 1621. Fue beatificado
por San Juan Pablo II en 1992.
Beatos
Ogasawara Gen`ya, Miya Kagayama y trece compañeros
(siglo XVII). Ogasawara Gen`ya y Miya Kagayama, eran un matrimonio que, con sus nueve hijos y cuatro sirvientes, fueron
detenidos durante la persecución desencadenada contra los católicos en Japón.
Fueron decapitados en el patio del templo Zengo-In de Kumamoto el 30 de enero de
1636. El Papa Benedicto XVI los beatificó, junto con otros mártires japoneses.
Santa
Jacinta Mariscotti (siglo XVII). Clarice de Mariscotti
nació en Vignanello (Italia) el 16 de marzo de 1585, en el seno de una noble
familia, condes de Vignanello, título vinculado a su madre, Ottavia Orsini. Fue
una niña caprichosa y, en cierto modo, insoportable a la que sus padres
enviaron al convento de San Bernardino de Viterbo, de terciarias franciscanas,
para que se educara bajo la tutela de su hermana que allí llevaba una vida de
santidad y recogimiento. No aguantó mucho la joven Clarice, retornando al
domicilio familiar, donde su conducta obligó al padre a enviarla de nuevo al
convento contra su voluntad. Tuvo que aceptarlo pero sus caprichos se trasladaron
al interior del claustro, donde hizo instalarse una suntuosa celda y
prácticamente se desentendió de la vida comunitaria. No obstante, dos graves
enfermedades que se le presentaron inesperadamente y el consejo del confesor al
que recurrió la que ya se llamaba Sor Jacinta, le decidieron a emprender una
nueva vida, de extrema piedad y penitencia, convirtiéndose en un ejemplo para
la comunidad. Su labor se proyectó también a la ciudad donde fundó la cofradía
de los encapuchados, en 1636, para atender a los enfermos y la congregación de
Oblatos de María, en 1638. Además logró que la duquesa de Farnesio fundara dos
conventos de clarisas en la propia ciudad de Farnesio y en Roma. Murió el 30 de
enero de 1640, cuando ya era considerada una santa por todos sus convecinos.
Beatificada por Benedicto XIII, en 1762, fue canonizada por Pío VII en 1807.
Beato Sebastián Valfrè (siglo XVII). Nació en
Verduno del Piamonte (Italia) el 9 de marzo de 1629. Dados los escasos recursos
de su familia, comenzó a trabajar para pagarse los estudios, dado que quería
ser sacerdote desde muy niño. Logró graduarse en la universidad de Turín, donde
más tarde, alcanzó el Doctorado en Teología (1656). En 1651 ingresó en el
Oratorio de San Felipe Neri, siendo ordenado presbítero al año siguiente.
Ejerció su actividad pastoral en Turín, durante toda su vida, dedicado a la
predicación y a la dirección espiritual de muchas personas que hasta él
acudían. Pero, al mismo tiempo, se consagró a la atención de los pobres y
necesitados de toda la región. Destacó como confesor ejemplar, para lo que
pasaba muchas horas escuchando a quienes acudían a recibir el Sacramento de la
reconciliación, con la particularidad de que siempre hizo gala de una gran
capacidad de discernimiento. Elegido superior del Oratorio en la ciudad,
renunció a la sede arzobispal para la que había sido propuesto por Víctor
Amadeo I, del que era confesor. Colaboró en la fundación de la Academia
Pontificia de Nobles Eclesiásticos, donde todavía se forman los diplomáticos
del Estado Vaticano. Es el patrón de los capellanes militares, dada la especial
atención que dedicó a los jóvenes soldados. Gran devoto de la Sábana Santa,
falleció el 30 de enero de 1710, manteniendo su incansable actividad pastoral
hasta sus últimos días. Fue beatificado por Gregorio XVI en 1834.
San Pablo Ho Hyob (siglo XIX). Nacido en
Seúl, en 1796, era militar de profesión y cristiano. Por este motivo, durante
la persecución desencadenada contra los católicos, fue detenido junto con su
mujer y otras cuatro compañeras. Sometidos a numerosas torturas para que
apostataran, terminaron cediendo a los requerimientos de sus captores y fueron
puestos en libertad. Percatado de lo que había hecho, Pablo se arrepintió y se
presentó de nuevo a las autoridades confesando su fe, por lo que fue de nuevo
encarcelado y, tras diversas vejaciones, murió estrangulado el 30 de enero de
1840. Fue beatificado por Pío XI en 1925 y canonizado por San Juan Pablo II en
1984, junto con otros mártires coreanos.
Santo
Tomás Khuong (siglo XIX). Nacido en Tonkín, hacia el
año 1780, pertenecía a una familia de mandarines cristianos. Fue sacerdote y
terciario dominico. Detenido durante la persecución del emperador Minh-Manh, se
le puso en libertad atendiendo a su ilustre linaje. Continuó ejerciendo su
ministerio en la clandestinidad y, tras desencadenarse una nueva persecución,
ordenada por el rey Tu-Duc, fue nuevamente detenido cuando tenía ya cerca de 80
años. Condenado a muerte, fue decapitado el 30 de enero de 1860. Beatificado
por Pío XII en 1951, lo canonizó San Juan Pablo II en 1988, junto con otros
muchos mártires vietnamitas.
San
David Galván Bermúdez (siglo XX). Nacido en Guadalajara
(México) el 29 de enero de 1881, era hijo de un modesto zapatero. A los 14 años
ingresó en el seminario de San José, donde no logró adaptarse, terminando por abandonarlo
cinco años después. Comenzó a trabajar en el taller de su padre, hasta que a
los 21 años decidió retornar al seminario. Su decisión despertó el recelo de
los superiores, al considerarla fruto de su carácter voluble. Sin embargo, tras
superar duras pruebas, pudo cursar los estudios eclesiásticos y ser ordenado sacerdote en 1909. Continuó
vinculado a ese centro de formación, donde ejerció como docente y llegó a ser
rector. Al clausurarse el seminario, tras la persecución desencadenada contra
la Iglesia, ejerció su ministerio pastoral como vicario en varios lugares. En
el desempeño de este cometido tuvo que oponerse al matrimonio de una joven con
el oficial del Ejército Enrique Vera, lo que provocó un profundo odio en éste,
que llegó a detenerlo bajo infundadas razones, por lo que tuvo que ser puesto
en libertad. No cejó en su empeño y el 30 de enero de 1915, volvió a
arrestarlo, junto a otro sacerdote. En esta ocasión, sin juicio previo, fue
fusilado, mientras el otro sacerdote quedaba en libertad. Murió perdonando a
sus verdugos y fue beatificado por San Juan Pablo II en 1992 y canonizado por
el mismo Pontífice en el año 2000.
San
Muciano María Viaux (siglo XIX). Nacido en Mellet (Bélgica)
el 20 de marzo de 1841, comenzó trabajando con su padre que era herrero pero,
cuando los Hermanos de las Escuelas Cristianas se establecieron en la vecina
localidad de Gosselies, quiso unirse a ellos, tomando el hábito en 1856 momento
en el que trocó su nombre de pila de Louis Joseph por el de Muciano. Le encomendaron
el oficio de campanero y, por su escasa preparación, fue rechazado por los
superiores para renovar sus votos, lo que causó gran dolor en el joven que ya
se distinguía por su gran piedad. Se cruzó entonces en su vida un hombre
providencial, el hermano Maixentis, que se ofreció a ayudarle en su formación,
logrando que en 1869 pudiera hacer la profesión perpetua. Fue enviado a los
colegios de Chimay y Bruselas, donde lógicamente no destacó como profesor. De
allí pasó al colegio de San Bertuino en Malonne, donde los problemas se
recrudecieron, dado que se trataba de uno de los mejores colegios de Bélgica.
Tuvo la fortuna de coincidir, de nuevo, con el hermano Maixentis quien le dio
clases de Dibujo y Música y de una elemental preparación para desempeñar
diversos oficios. Pudo continuar así en el colegio durante 57 años, donde se
convirtió en un referente de lo que de verdad sabía hacer: rezar. Rezar en todo
momento, con especial devoción a la Virgen. Daba clases de las disciplinas que
le había enseñado su mentor, Música y Dibujo, pero lo que supo transmitir con
su ejemplo a alumnos y compañeros fue que se puede alcanzar la santidad desde
la humildad de una vida sencilla, sin necesidad de grandes capacidades
intelectuales. Falleció el 30 de enero de 1917, acompañado por el hermano
Maixentis que le pidió, en sus últimos momentos, que lo llevara consigo, cosa
que acaeció al morir al día siguiente. Fue beatificado por el beato Pablo VI en
1977 y canonizado por San Juan Pablo II en 1989.
Beato
Columba Marmión (siglo XIX). Nacido en Dublín (Irlanda)
el 1 de abril de 1858, estudió en el colegio de los jesuitas de esa ciudad. A
los 16 años, ingresó en el seminario de Holy Cross y, tras completar su
formación en el Colegio de la Congregación de Propaganda Fide de Roma, fue
ordenado sacerdote en 1881. Emprendió una peregrinación a la abadía benedictina
de Montecassino y a su regreso conoció la abadía de Maredsous (Bélgica) que
acababa de ser fundada. Quiso profesar en ella pero su obispo no se lo
permitió, enviándolo de profesor al seminario en el que se había formado. Pudo
logras sus aspiraciones en 1866, adoptando el nombre de Columba, en homenaje al
gran santo irlandés. En la abadía tuvo que hacer frente a retos importantes,
como el de aprender un nuevo idioma y adaptarse a un régimen de vida diferente.
Pronto le encomendaron la misión de ayudar al maestro de novicios y, en 1909,
fue elegido abad, el tercero en ocupar ese cargo. Desde allí desarrolló una
gran actividad pastoral, tanto el Bélgica como en el Reino Unido. Pero lo más
destacado de su vida fue su capacidad como director espiritual y formador de
monjes y sacerdotes. Fue beatificado por San Juan Pablo II en 2000.
Beata Carmela García
Moyón (siglo XX). Nacida en Nantes (Francia) el 13 de septiembre de 1888,
debido a que su padre había tenido que exiliarse por su participación en
la última guerra carlista, retornó con
la familia a España, estableciéndose en Segorbe. Quiso ser terciaria capuchina,
pero tras ingresar en el noviciado de Altura, lo dejó para vivir en Manises,
durante cierto tiempo. Finalmente, marchó a Torrent (Valencia), donde
desarrolló una gran actividad como miembro de diversas asociaciones religiosas
y de la Comunión Tradicionalista a la que pertenecía. Catequista en la parroquia, creo en su casa
un taller de costura para enseñar a las jóvenes. El 30 de enero de 1937, fue
detenida en su domicilio (donde vivía sola, pues era soltera) por un grupo de
milicianos que la condujeron al barranc de les Canyes, donde tras violarla, la
rociaron de gasolina y la quemaron viva. Fue beatificada por San Juan Pablo II,
en 2001, junto con otros 232 mártires de la misma época.
Beato
Segismundo Pisarski (siglo XX). Nacido en Krasnystaw (Polonia) el 24 de abril de 1902, cursó
los estudios eclesiásticos en el seminario de Lublín, siendo ordenado sacerdote
en 1926. Tras desempeñar su ministerio pastoral en varias parroquias, fue
destinado a Zamch, población que era en su mayor parte de confesión ortodoxa,
por lo que tuvo numerosos problemas, siendo trasladado a Gdeszyn, donde ejerció
como párroco durante 10 años. Tras la ocupación alemana, en 1939, la parroquia
fue entregada a los ortodoxos, pero el P. Pisarski continuó administrando los
Sacramentos en un local improvisado de su propia casa. Finalmente, fue detenido
y tras someterlo a durísimos interrogatorios, las autoridades nazis ordenaron
su fusilamiento que se llevó a cabo el 30 de enero de 1943. Fue beatificado por
San Juan Pablo II, en 1999, junto con otros mártires polacos de la misma época.
Beata
Maria Bolognesi (siglo XX). Nacida el 21 de octubre de
1924, en Bosaro (Italia), formaba parte de una familia numerosa y sumamente
pobre. Apenas pudo asistir a la escuela y tuvo que trabajar en el campo para
ayudar al sustento de sus hermanos. Toda su vida se vio afectada por los
sufrimientos que le ocasionaron diversas enfermedades que soportó como muestra
de su adhesión a la Pasión de Cristo. Sus experiencias místicas, su vida de
piedad y su entrega a los pobres y necesitados, despertaron la admiración de
sus conciudadanos. Murió el 30 de enero de 1980, siendo beatificada en 2013.
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