San
Vicente (siglo IV). Según la tradición había nacido en
Huesca, siendo diácono del obispo San Valero en Zaragoza, dispensándole
especial apoyo, dada la dificultad que éste tenía para predicar, debido a su
tartamudez. Durante la persecución de Diocleciano y Maximiano, fue detenido,
junto con el obispo, por el prefecto Daciano, siendo conducido a Valencia,
donde sufrió el martirio el 22 de enero del año 304 o 305. Se le representa con
una rueda de molino, pues tras sufrir crueles tormentos fue arrojado al mar con
ella.
San
Valero (siglo IV). Obispo de Zaragoza y Patrón de esa
ciudad, su presencia está documentada en las actas del primer concilio español,
el celebrado en Illiberris (Granada)
en 306. Como se ha señalado anteriormente, fue llevado preso con San Vicente a
Valencia, donde salvó la vida, probablemente porque no se pudo expresar ante el
tribunal. Murió en Enate, donde se había refugiado, y sus restos se conservan
en la catedral de Roda de Isábena. Hay que señalar que su fiesta se celebra en
Zaragoza el 29 de enero, pero en el Martirologio Romano aparece inscrito este
día junto con San Vicente, en referencia a la fecha en la que dieron testimonio
de su fe.
San
Gaudencio de Novara (siglo IV). Nacido en Ivrea (Italia) en
el año 327, era pagano y se convirtió al Cristianismo. Mantuvo una relación de
amistad con San Ambrosio y fue el sucesor de éste, en la sede de Milán, quien
lo consagró obispo de Novara, siendo el primer titular de la misma, por lo que
es Patrón de la ciudad, en la que falleció el 22 de enero de 418.
San
Anastasio (siglo VII). También conocido como San Anastasio el
Persa, pues había nacido en Rasnouni, una aldea de Persia, era hijo de un mago
o sacerdote de la religión de Zoroastro, en la que se inició, aunque se
convirtió al Cristianismo en el año 620, tras conocer a unos cristianos
capturados en la toma de Jerusalén por las tropas sasánidas, de las que formaba
parte como soldado. Fue monje y sufrió el martirio en Cesarea de Palestina, a
manos de las tropas persas del rey Cosroes. Sometido a diversos tormentos, fue
finalmente decapitado con otros 70 compañeros.
San
Bernardo de Vienne (siglo IX). Nacido el año 778 en
Izernore (Francia), era un militar de alto rango en el ejército del emperador
Carlomagno. Con la aquiescencia de su esposa decidió profesar como benedictino,
fundando la abadía de Notre-Dame d'Ambronay y posteriormente otra en Romans, en
torno a la cual fue creciendo una ciudad que lleva su nombre. En el año 810 fue
elegido arzobispo de Vienne, distinguiéndose por su defensa del dogma católico
en cuestiones entonces debatidas. Falleció en Romans-sur-Isère el 22 de de enero de 841. Proclamado Santo en
944, su culto fue confirmado por San Pío X.
Santo
Domingo de Sora (siglo X). Nacido en Foligno (Italia)
en 951, a temprana edad profesó como religioso en el monasterio de Santa María de Pietra de Monte, donde fue
ordenado sacerdote. Deseando más rigor, marchó a un monte cercano a Scandriglia,
donde con otros compañeros fundó un monasterio del que fue abad. Su fama de
santidad atraía a las gentes, por lo su vida fue una constante huida en busca
de la soledad, fundando nuevos monasterios: el de San Pedro del Lago en Aquila;
el de San Pedro de Avellana en el Sangro; y el de San Bartolomé en Trisulti. El
último lo levantó en Sora, donde
falleció el 22 de enero de 1031. Se le representa rodeado de serpientes, frente
a cuya mordedura es protector.
Beata
María Mancini (siglo XV). Nacida en Pisa, en 1355,
era de familia noble. A pesar de ello, decidió profesar como religiosa dominica
en el monasterio de la Santa Cruz. Fue discípula de Santa Catalina de Siena y
su vida se caracterizó por el fiel cumplimiento de las virtudes evangélicas.
Murió con fama de santidad el 22 de enero de 1431, siendo confirmado su culto
por Pío IX en 1855.
Beato
Antonio della Chiesa (siglo XV). Nacido en San Germano
(Italia) en 1394, pertenecía a una familia noble que le proporcionó una sólida
formación intelectual. A los 21 años ingresó en el convento de Vercelli de la
Orden de Predicadores. Completó su formación en Venecia y ocupó puestos
destacados, siendo prior de los conventos de Savona, Bolonia, San Marcos de
Florencia y Génova. También fue nombrado Vicario General de los conventos
reformados y el papa Eugenio IV le encargó el cometido de reunir a aquellos
católicos que se habían decantado por la obediencia al antipapa Félix V.
Falleció en Como el 22 de enero de 1459. Su culto fue aprobado por Pío VII en
1819.
Beato
Guillermo Patenson (siglo XVI). Nacido en Yorkshire
(Inglaterra), cursó los estudios eclesiásticos en el colegio inglés de Reims
(Francia), donde fue ordenado en 1587, marchando a Inglaterra en 1589, para
desarrolla su misión en momentos de gran persecución. Detenido el 12 de
diciembre de 1591, poco después de haber celebrado la Santa Misa, fue condenado
a muerte con el cargo habitual de alta traición, siendo ejecutado en Tyburn el
22 de enero de 1592 y su cuerpo despezado. Fue beatificado por Pío XI en 1929.
Santos Francisco Gil de Frederic
y Mateo Alonso de Leciniana (siglo XIX). Fueron dos religiosos dominicos,
víctimas de las persecuciones de Vietnam que dieron más de 100 mártires. ,
presbíteros y mártires. El beato Francisco Gil había nacido en Tortosa en 1702
y profesó en la Orden de Predicadores y, tras su ordenación como sacerdote
marchó a misiones. El beato Mateo Alonso nació en Nava del Rey en 1702 y, como
su compañero, tras profesar como dominico viajó a Oriente, siendo martirizados
ambos en Tonkín, en 1745. Fueron beatificados en 1906 y canonizados en 1988.
Este último es Patrón de su localidad natal.
San
Vicente Pallotti (siglo XIX). Nacido en Roma en 1795, en
el seno de una familia numerosa, cursó los estudios eclesiásticos, siendo
ordenado sacerdote en 1818. Desarrolló su ministerio pastoral en su ciudad
natal, impulsando numerosas iniciativas, especialmente entre los jóvenes. Su
preocupación era la labor de descristianización realizada por determinados
sectores y para hacerles frente fundó la Sociedad del Apostolado Católico que fue el germen de la Acción Católica y que
tuvo una rápida difusión por todo el mundo. Surgiría después una rama femenina,
la de las Hermanas palotinas. Falleció
el 22 de enero de 1850, a una edad temprana, tras contraer una neumonía. Fue
beatificado por Pío XII en 1950 y canonizado por San Juan XXIII en 1963,
mientras tenía lugar el Concilio Vaticano II.
Beato
Guillermo José Chaminade (siglo XIX). Nacido en Périgueux
(Francia) el 8 de abril de 1761, en el seno de una familia numerosa (era el
decimocuarto hijo), se educó en el colegio de San Carlos de Mussidan, fundado
por una congregación de sacerdotes, en la que ingresó, siendo ordenado
presbítero en 1789, poco antes del inicio de la Revolución francesa. Otros dos
hermanos suyos también fueron ordenados. Les tocó vivir los difíciles momentos
que siguieron a la revolución, debiendo abandonar el colegio y refugiarse en Burdeos. Allí adquirió una finca donde funda la
Sociedad de María. La situación empeoró tras la proclamación de la República,
pero decidió permanecer en su puesto, incluso en etapa del terror. Finalmente,
es detenido y expulsado de Francia, dirigiéndose con su hermano Luis a
Zaragoza. Aquí no les permiten desempeñar su ministerio pastoral y dedica
muchos ratos a la oración ante la Virgen y es ante ella donde concibe la idea
de un nuevo proyecto. En 1800 regresa a Burdeos y al año siguiente funda la
Congregación seglar de la Inmaculada que tiene una notable influencia en la
revitalización espiritual de la ciudad.
En 1812, junto con Adela de Batz de Trenquelléon funda las Hijas de
María Inmaculada, una congregación religiosa femenina a la que el año siguiente
viene a sumarse la Congregación de la Inmaculada, rama masculina de un nuevo
concepto de evangelización en el que la igualdad entre laicos y religiosos es
total. La enseñanza y la formación de educadores será misión fundamental de los
marianistas. La última etapa de su vida fue más dura que la época
revolucionaria, tanto por la presión externa como por las divergencias surgidas
en el seno de sus fundaciones, hasta que finalmente fallece el 22 de enero de
1850. Años después comenzará la rehabilitación de su figura que culminará con
su beatificación por San Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000.
Beata
Laura Vicuña (siglo XIX). Nacida en Santiago (Chile)
el 5 de abril de 1891. Su padre que combatía en la guerra que, en esos
momentos, enfrentaba a Chile con Perú, conoció allí a su madre. La familia
Vicuña tuvo que huir de Chile, como consecuencia de los enfrentamientos entre
distintas facciones, en una de las cuales militaba un pariente del padre, que
pretendía acceder a la Presidencia de la República. Se exiliaron en Argentina,
con graves dificultades económicas tras el fallecimiento del cabeza de familia,
teniendo que trabajar la madre como asistenta doméstica, sufriendo diversas
humillaciones. Afortunadamente, Laura pudo estudiar en un colegio salesiano,
merced a la aportación económica del hombre para el que trabajaba la madre que
intentó abusar de ella y, al no conseguirlo, le retiró la ayuda. Ante el acoso
que sufrían ambas, Laura ofreció su vida al Señor, a cambio de la salvación de
su madre y, poco después enfermó gravemente y falleció el 22 de enero de 1904,
en Junín de los Andres. Fue beatificada por San Juan Pablo II el 3 de
septiembre de 1988.
Beato
José Nascimbeni (siglo XX). Nacido en Torri del Benaco
(Italia), el 22 de marzo de 1851, en el
seno de una familia humilde, cursó los estudios eclesiásticos en el seminario
diocesano, siendo ordenado sacerdote en 1874. Ejerció su ministerio en San
Pedro di Lavagno y, posteriormente, en Castelletto, localidad de la que fue
párroco durante 37 años, desempeñando una gran labor pastoral al mismo tiempo
que se ocupaba de mejorar la vida de la comunidad. El 4 de noviembre de 1892,
en colaboración con María Dominga Mantovani, fundó la congregación de las
Hermanitas de la Sagrada Familia, con el fin de colaborar en las actividades
parroquiales y en la asistencia a los enfermos. En 1916, mientras celebraba la
Santa Misa, sufrió un accidente cerebro-vascular que le provocó una hemiplejia
que llevó con gran resignación hasta su fallecimiento el 22 de enero de 1922.
Fue beatificado por San Juan Pablo II el 17 de abril de 1988.
Beato Ladislao Batthyány-Strattmann (siglo XX). Nacido el 28 de octubre
de 1870 en Dunakiliti (Hungría), pertenecía a una familia de la nobleza. Cursó
la carrera de Medicina en la universidad de Viena, doctorándose en 1900. En
1898 había contraído matrimonio con la condesa María Teresa Coreth, con la que
tuvo trece hijos. Su ejercicio profesional se caracterizó por su generosa
entrega a los demás. Fundó un hospital privado en Kittsee, donde atendió a los
heridos de la I Guerra Mundial, especializándose en Cirugía y Oftalomología. Al
heredar el título de príncipe y el castillo de Körmend, decidió dedicar una
parte del edificio a hospital, donde recibían atención y consuelo muchas
personas sin recursos. Vivió cristianamente y sus pacientes lo consideraban un
santo. Al final de su vida se vio afectado por una grave enfermedad que soportó
con resignación. Murió el 22 de enero de 1931, siendo beatificado por San Juan
Pablo II el 23 de marzo de 2003.
Beato
Remigio del Papiol (siglo XX). Nacido en El Papiol (Barcelona),
el 20 de septiembre de 1885, inició los estudios eclesiásticos en el seminario
de Barcelona, pero el 1 de octubre de 1901, vistió el hábito capuchino. Trocó
su nombre de Esteban Santacana Armengol por el de Remigio del Papiol, siendo
ordenado sacerdote en 1909. Poco después marchó como misionero a Manila y,
posteriormente, desempeñó su ministerio pastoral en Nicaragua y Costa Rica.
Regresó definitivamente a España en 1927, siendo destinado al convento de
Sarriá, en Barcelona, donde le sorprendió el inicio de la guerra civil. Tras su
detención en una checa, murió fusilado el 22 de enero de 1937. Fue beatificado,
junto con otros 25 mártires capuchinos el 21 de noviembre de 2015.
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