sábado, 24 de noviembre de 2018

Libros recibidos 191


         Entre las publicaciones que nos ha remitido la Institución “Fernando el Católico” figuran dos editadas recientemente por el Centro de Estudios Turiasonenses. Una de ellas lleva por título Arqueología y Poblamiento en el valle del Queiles en la que, con la participación de un nutrido grupo de arqueólogos se ofrece una amplia visión del estado actual de la Arqueología en todo ese valle, que incluye desde la zona de la comarca de Tarazona y el Moncayo hasta Tudela, aunque también hay referencias menores a nuestra comarca.

         A lo largo de su historia el Centro de Estudios Turiasonenses ha dedicado especial atención a la investigación arqueológica con resultados espectaculares en algunos casos. A través de esta obra se puede seguir el fruto de ese esfuerzo, estructurado en capítulos dedicados a la Prehistoria, Protohistoria, mundo romano, antigüedad tardía y época visigoda, precedidos por un apartado sobre la Geología y Geografía de la zona. Hay también un capítulo dedicado a la Epigrafía y a la Numismática, pero uno de los aspectos más importantes del libro son sus anexos en los que se incluye una base de datos arqueológicos y los corpus de inscripciones paleohispánicas y romanas, junto con otro específico dedicado a la numismática, así como la cartografía de todo ese territorio con la ubicación de sus yacimientos.




         La otra obra editada por el Centro de Estudios Turiasonenses es El habla de Moncayo. Estudio comparativo con la lengua aragonesa, de Dabi Lahiguera Albericio, traducción de la que, con el título A fabla de Moncayo. Estudio comparativo con a lengua aragonesa siberiano, publicó el autor en Edicions Transiberiano el pasado año y de la que publicamos una reseña en este blog el 14 de julio de 2017, tras adquirirla en la Feria de Oficios de Lituénigo.  
         Esta nueva versión ha sido adaptada, como se señala en las notas previas a la actual edición y matizadas algunas opiniones. Entre ellas, la que más nos afectó por referirse a una destacada personalidad vinculada a nuestra comarca, como fue D. Fernando Lázaro Carreter, al que entonces hacía natural de Magallón y, al comentar su trabajo juvenil sobre el habla de esa localidad llegaba a afirmar que “ello dice muy poco de la capacidad analítica del autor y de la pseudociencia que dice desarrollar, pero esa era la realidad de la filología española de la época”. En esta ocasión, cita al “insigne presidente, que fue de la Real Academia Española, con ascendencia de la localidad de Magallón”, para afirmar, refiriéndose a ese trabajo, que “desde un punto de vista científico, hacer apreciaciones de este tipo o bien pone en entredicho el método del autor o bien se deja llevar por el sesgo ideológico de la filología española de la época”.

         De ahí que la lectura de la obra de Dabi Lahiguera sea de enorme utilidad para acercarnos al conocimiento del habla del Moncayo, a través del trabajo de tan destacado especialista como es el autor y, al mismo tiempo, tomar conciencia del sesgo ideológico de la filología en la época actual.



         Finalmente, mencionamos hoy otra obra que nos había quedado pendiente entre las remitidas por la Institución, La Academia del Buen Gusto en las Ciencias y Artes de Zaragoza (1757-1761), de la que es autor el Prof. D. Pedro Álvarez de Miranda, Catedrático de Lengua Española de la Universidad Autónoma de Madrid, en la que da noticia de esta Academia que se reunía en casa del conde de Fuentes y que intentó convertirse en “Real” aunque su solicitud fue desestimada, permitiéndose únicamente que tuviera un carácter privado, lo que dio al traste con una interesante iniciativa aragonesa en la época de la Ilustración.

         En el librito se dan a conocer los estatutos con los que pretendía dotarse, así como otras muchas noticias inéditas, junto con los nombres de quienes la integraron y una breve reseña biográfica de los mismos. Entre ellos se encontraba D. Blas Matías Sanjuán, Catedrático de Sagrada Escritura de la Universidad de Zaragoza, que era natural de Tabuenca, dato que no se cita en su reseña.




         Como dimos a conocer en nuestro Diccionario Biográfico y en este blog, donde reproducimos el retrato conservado en la iglesia parroquial de Tabuenca, había nacido en esa localidad el 26 de febrero de 1717, en el seno de una importante familia.             Estudió en la Universidad de Zaragoza, en la que se graduó como Bachiller y, posteriormente, como Maestro de Artes en 1741. Ese mismo año obtuvo el título de Doctor en Teología, siendo nombrado sustituto de una de las cátedras de Filosofía en 1742, pasando a ser titular de la misma en julio de 1743. En 1754 se hizo cargo de la cátedra de Teología; el mismo año de la de Durando; en 1756 de la de Sagradas Escrituras; en 1763, de la de Vísperas y, en 1767, de la de Prima de Teología en la que se jubiló. Esta brillante carrera docente culminó con el nombramiento de Rector.
            También desempeñó importantes cometidos en el ámbito eclesiástico pues, en 1760, siendo Vicario de la parroquia de San Felipe y Santiago, fue elegido Canónigo Penitenciario de la Iglesia Catedral Metropolitana de Zaragoza y, posteriormente, desempeñó el cargo de Visitador del arzobispado y Examinador Sinodal, misión que llevó a cabo también en el obispado de Segorbe, durante la etapa en la que ocupó esa sede D. Francisco Cuartero Lumbreras que era tío suyo.
         En nuestro artículo señalábamos que Blas Matías destacó como erudito, siendo autor de varias obras que no llegaron a publicarse. Fue miembro numerario de la Academia del Buen Gusto en las Ciencias y las Artes de Zaragoza, en la que intervino el 6 de octubre de 1758 con una “Disertación sobre el buen gusto de la Arte Crítica”. Falleció en Zaragoza el 3 de febrero de 1786.
         Entre los miembros honorarios de la Academia se encontraba el Dr. D. José Amar, al que el autor identifica correctamente, dado que en el documento citado aparece como “Amat”. Señala también que había nacido en Borja y que estaba casado con una hija del Dr. D. Miguel Borbón, también miembro honorario de la Academia.

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