sábado, 24 de noviembre de 2018

Preservación de restos arqueológicos



         Los restos arqueológicos aparecidos en el transcurso de excavaciones realizadas en espacios públicos suelen ser, en ocasiones, objeto de especial atención con el fin de que puedan ser conocidos por los ciudadanos, para lo cual se adecuan instalaciones, con mayor o menor fortuna, que permiten su contemplación.

         Durante nuestra reciente visita a Aquisgrán pudimos ver algunas de ellas que nos llamaron la atención. Especialmente, la situada en la amplia plaza de Elisengarten, junto a la catedral, por tratarse de una estructura cuya cubierta es sostenida por una celosía metálica que le confiere especial ligereza.





         Bajo ella y protegidos por unas mamparas de cristal se encuentran los restos encontrados, sobre los que se ofrece información en unos vinilos, según la cual, a principios del siglo XII, los últimos restos de las murallas romanas fueron completamente demolidos. Las piedras fueron utilizadas para nuevos edificios. En los cimientos de los mismos aparecieron testimonios de un establecimiento de tallado de huesos y astas, utilizados para fabricar mangos de herramientas, peines y piezas de ajedrez. También había canicas para juegos como los actuales o para ser disparadas por medio de determinados instrumentos con el fin de cazar aves.



         La instalación se completa con un panel interactivo que ofrece una información muy amplia, tanto del hallazgo como de la evolución de la zona en el transcurso de los siglos. Todo ello, formando parte de la denominada “Ruta de Carlomagno” que cuenta con paneles similares en otros puntos de la ciudad.





         Pero, junto al archivo diocesano del que informamos en un artículo anterior, encontramos este montaje instalado sobre otro hallazgo arqueológico. En este caso un antiguo canal de piedra de los siglos XV-XVI, descubierto en 2005, por el que circulaba el agua que alimentaba un molino que estuvo en funcionamiento hasta 1837.
         En diversas ciudades de España se utilizan paneles de vidrio para hacer visibles determinados hallazgos en las calles, aunque habitualmente la condensación de agua provocada por la falta de ventilación los convierte pronto en inservibles.
         En este caso el cristal está inclinado sobre una chapa de acero en la que las letras están silueteadas, permitiendo la circulación del aire, lo que impide que el cristal se empavone, aunque en la fotografía no se aprecie bien por el reflejo de los edificios próximos. Sin embargo, los huecos abiertos tienen el inconveniente de propiciar que los peatones arrojen monedas en el canal, lo que tampoco es demasiado grave.

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