Entre los libros donados por D. Ramón Baiget Viale de Montebello hay uno que nos ha hecho particular ilusión. Se trata del volumen XXVI de la monumental obra dedicada a la Catalunya Romànica, editada por la Fundació Enciclopèdia Catalana con la colaboración de la Generalitat de Catalunya y el alto patrocinio de la UNESCO.
Nos ha resultado sumamente interesante
para rectificar algunos errores que teníamos. Gracias a ella hemos podido
conocer que pertenecen a la “Catalunya Romànica” localidades como Aiguaviva de
Bergantes (Aguaviva), Arenys de Lledó (Arens de Lledó), Bellmunt de Mesquí
(Belmonte de San José), Beseit (Beceite), Calaceit (Calaceite), La Canyada de
Beric (La Cañada de Berich), La Codonyera (La Codoñera), Cretes (Cretas), Faió
(Fayón), Favara de Matarranya (Fabara), Fontdespalda (Fuentespalda), Fórnols de
Matarranya (Fórnoles), La Freixneda (La Fresneda), La Ginebrosa, Lledó d’Algars
(Lledó), Maella, Massalió (Mazaleón), Mont-Roig de Tastavins (Monroyo), Nonasp
(Nonaspe), Pena-Roja (Peñarroya de Tastavins), Ràfels (Ráfales), La Sorollera
(La Cerollera), Torredarques (Torre de Arcas), La Torre del Comte (Torre del
Compte), Vall-de-Roures (Valderrobles) y Valljunquera (Valjunquera), todos
ellos de la comarca del Matarranya.
Por otra parte, también incluye a Albelda,
Baells, Castellonroi (Castillonroy), Peralta i Calassanç (Peralta de Calasanz),
Sant Esteve de Llitera (San Esteban de la Litera), Sanui i Alins (Azanuy-Alins),
Tamarit de Llitera (Tamarite de la Litera), El Torricó (Altorricón), Valldellou
(Baldellou), Fraga, Mequinensa (Mequinenza), Saidí (Zaidín), Torrent de Cinca
(Torrente de Cinca), Vilella de Cinca (Velilla de Cinca), en este caso como
localidades pertenecientes a la comarca de La Llitera i el Baix Cinca.
En nuestra ignorancia, habíamos venido
creyendo que esta amplia relación de municipios pertenecía a las provincias de Huesca,
Teruel y Zaragoza. Vamos a seguir investigando a dónde pertenece Borja, aunque
en el pasado ya vimos, junto al Instituto, una pintada que reivindicaba su
pertenencia a Euskadi.
Otro libro recibido es el que lleva por
título Els quatre pals. Léscut dels comtes de Barcelona que el conocido investigador
Armad de Fluvià (Conseller heràldic de Catalunya) publicó en 1994 (reimpreso en
1996).
En la obra defiende la conocida teoría
catalana sobre el origen de los “quatre pals”, utilizados como señal real tras
la unión de las dinastías de los condes de Barcelona y de los reyes de Aragón,
como se indica en el prólogo.
Pero, ante todo, constituye una defensa
de la catalanidad de ese símbolo, llegando a afirmar el autor que “no se trata
de negar el derecho de Aragón a portar el señal de los Cuatro Palos en su escudo
o en su bandera, ya que va a constituir el primer territorio que va a procurar
a los condes barceloneses un título real. Ahora bien, pretender, además, como
hacen, que no es catalán y que es aragonés, parece excesivo. Ni siquiera han
tenido la delicadez o la deferencia de colocar en “su” bandera un señal diferenciador,
sobre todo cuando tienen uno que nadie podría discutir: la cruz blanca de
Ainsa, sobre fondo azul”.
Es interesante conocer todo esto en
nuestra tierra, tanto por los argumentos que utiliza como por los errores que
se deslizan, al margen de los aspectos meramente científicos. Los condes
barceloneses no accedieron al título real, tras su enlace con la dinastía
aragonesa. A Ramón Berenguer IV que fue quien contrajo matrimonio con la hija
de Ramiro II, se le concedió el título de “Príncipe de Aragón”; la reina era
Dª. Berenguela y reyes lo fueron sus descendientes, por transmisión del título a
través de dicha reina y no del conde.
Por otra parte, no es cierto que la
bandera de Aragón carezca de un signo diferenciador respecto a la catalana ya
que, sobre las barras y en el tercio próximo al asta monta el escudo del reino.
No deja de ser curioso que D. Armand sugiera la cruz blanca de Ainsa, en lugar
(por ejemplo) de la cruz de San Jorge que también aparece en el escudo ¿Por qué
será?
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