En marzo de este año, dedicamos un artículo a la capilla “de la Virgen de los Dolores” del claustro de la colegiata de Santa María. Por entonces, el Dr. D. Alberto Aguilera ya la estaba estudiando minuciosamente, como consecuencia del interés demostrado por D. Javier Otero de Navascués de contribuir a su restauración, dada la vinculación de la citada capilla, también conocida como de “la Virgen de las Angustias” con su familia.
El Dr. Aguilera ha finalizado ya el estudio, habiendo podido documentar las sucesivas transmisiones de la propiedad de la capilla que, inicialmente fue del cabildo, hasta que, en 1587, la vendieron al mercader Jerónimo Gil de Tierga, personaje del que no teníamos noticias, pero del que, en el estudio citado, se ofrecen datos interesantes y se señala que fue enterrado en el carnerario de la capilla.
De los Gil, la capilla pasó a ser
propiedad del canónigo José Alcañiz de Vera, en 1650, quien a su vez la vendió,
muy poco tiempo después, al mercader José Lázaro, cuyas armas aparecen sobre la
portada de la capilla.
Como ha demostrado el Dr. Aguilera,
José Lázaro era natural de Alberite de San Juan, de donde eran también su
padre, mientras que por parte materna procedía de Pozuelo de Aragón. Sin
embargo, era residente en Borja, donde había contraído matrimonio con Jerónima
Mañas, en 1636.
Aún no disponemos de una lectura correcta de sus armas, en dos de cuyos cuarteles aparece la “L” de los Lázaro, aunque no hemos encontrado el nexo de unión con los Lázaro de la calle de San Francisco. Un detalle significativo es que, junto a la “L” hay una flor de lis, mientras que los brazos que empuñan los que parecen teas en los otros dos cuarteles no sabemos a qué apellido corresponden, aunque es razonable pensar que hagan referencia al apellido materno, Navarro.
La capilla se articula en dos espacios, uno de planta
cuadrangular con una cúpula sobre trompas con linterna, y otro rectangular,
correspondiente al presbiterio, con una bóveda de lunetos, ambos con una
profusa ornamentación a base de yeserías que, en su mayor parte, pueden
adscribirse dentro de la corriente estética manierista del momento, aunque
tampoco faltan algunos elementos decorativos de raigambre mudéjar.
En las pechinas de la cúpula están
representados cuatro ángeles portando otros tantos atributos de la Pasión, las
llamadas “Arma Christi”, concretamente: una caña con la esponja que le
ofrecieron en la Cruz, la lanza con la que atravesaron su costado, la escalera
con la que descendieron su Cuerpo y la Columna a la que lo ataron para
azotarlo, todos los cuales se ven perfectamente en las bonitas fotos de Enrique
Lacleta.
En opinión del Dr. Aguilera, el programa decorativo de la
capilla de las Angustias fue ejecutado por encargo del mercader Lázaro, a
mediados del siglo XVII, tras la adquisición de la capilla, la cual presenta
varios puntos de conexión con el de la iglesia de las carmelitas descalzas de
Santa Ana de Tarazona, obra de Juan Ranzón, Miguel de Cuesta y José de León, o
con el de la colegiata de Santa María de Calatayud.
La similitud de formas con el escudo de José Lázaro hace pensar que fuera el comitente.
En el siglo XIX, la capilla pasó a ser
de D. Nicasio Aisa de Navascués Ferrández quien, en 1870, restauró su
techumbre, limpió el retablo, pintó las paredes y la cúpula, colocando las
armas familiares en los lunetos de la cúpula, enmarcándolas en una decoración
similar a la del resto de la capilla.
En un próximo artículo haremos
referencia al interesante retablo que las fotos de Enrique Lacleta permiten
contemplar mejor que al natural.
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