Acaba de llegar a la Casa de Aguilar un nuevo inquilino. Se trata del que, probablemente fue el primer “gigantillo” que desfiló por las calles de Borja. Fue construido por Sergio Pérez Tabuenca para su hijo Samuel Pérez Núñez y el gigante fue creciendo al compás del muchacho.
Ahora, padre e hijo decidieron traerlo
a nuestra sede, donde ha quedado instalado muy cerca de la efigie de otro monarca
y, cuando dentro de unas semanas, sea inaugurada la exposición navideña en las
bodegas de la Casa, el gigantillo será su guardián; mientras tanto hará las
delicias del pequeño fantasma que habita en ese lugar. Ojalá no se le ocurra recorrer
con él otras dependencias del edificio.
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