El autor de este discurso, que el fue
encomendado para el acto de apertura de curso en el año citado, fue el ilustre
jurista D. Cosme Alacano y Domínguez, que había nacido en Bureta el 28 de noviembre
de 1810. Lo incluimos en nuestro Diccionario Biográfico, pero, a la vista de
las investigaciones realizadas, queremos precisar los datos que publicamos ya
que, en aquel texto, se deslizaron algunas erratas y omisiones.
El 7 de agosto de 1830 (aún no había
cumplido los 20 años) se graduó como Bachiller en Teología y, dos años después,
comenzó a ejercer como sustituto del catedrático de cuarto año de la Facultad de
Teología. Pero, más tarde, decidió cursar la carrera de Derecho y el 23 de
julio de 1842 obtuvo el título de Bachiller en Leyes y el 17 de marzo de 1844,
se graduó como Licenciado y el 30 de mayo de 1847 como Doctor en Derecho.
El mismo año en el que acabó la
carrera, ingresó en el Colegio de Abogados de Zaragoza, para cuya Junta de
Gobierno fue elegido en varias ocasiones y fue profesor de la Academia Jurídico
Práctica de Jurisprudencia.
Pero, aunque ejerció la abogacía, la
docencia fue su principal empeño y, en 1846, ya era Catedrático propietario de
Jurisprudencia en la Facultad de Teología, de la que pasó ese mismo año a la Facultad
de Derecho (Jurisprudencia) para ser nombrado el 22 de febrero de 1847, Catedrático
titular de la Disciplina General de la Iglesia y Particular de España que
ejerció hasta su jubilación en 1868.
Así lo hacía constar en el íncipit del
discurso que estamos comentando, donde hace alusión también al cargo de vocal
de la Junta de Archivos de Excma. Audiencia Territorial. Otros cargos que desempeñó
fueron el de Presidente del Colegio de San Pedro de Arbués, de la Universidad,
y el de Concejal del Ayuntamiento de Zaragoza, para el que fue elegido en 1856,
en su fugaz paso por la política. También fue Académico Correspondiente de la
Academia de Legislación de Madrid.
Falleció el 2 de noviembre de 1869, en su
domicilio de la calle de Roda. Estaba a punto de cumplir los 59 años, por lo
que era todavía joven. Posiblemente, su salud no era buena, lo que explicaría
su jubilación como catedrático a los 57 años.
Aunque en su localidad natal no se le
recuerde, desde aquí hemos querido mantener viva la memoria de este ilustre
jurista y catedrático de nuestra comarca, a través de la adquisición del
discurso que pronunció en 1863.
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