miércoles, 20 de diciembre de 2023

Algunos detalles sobre la ejecución de Juan de Lanuza

 

         Hoy se cumplen 432 años de la ejecución del Justicia de Aragón D. Juan de Lanuza en la plaza del Mercado de Zaragoza, un hecho que conmocionó a la capital aragonesa y a todo el reino, llegando a convertirse en un símbolo, por las consecuencias que para las libertades del reino tuvo la represión ordenada tras las llamadas “alteraciones de Aragón” a raíz de la huida del Secretario Antonio Pérez.



         Ese terrible acontecimiento ha tenido su reflejo en diversas obras de arte, como las que reproducimos. Tanto en la de Victoriano Balansanz que representa al Justicia en el cadalso, como en la de Eduardo López del Pino, en la que aparece en el momento de llegar al lugar de ejecución, puede verse el hacha con la que supuestamente le fue dada muerte, mientras que en la acuarela de Mariano Barbasán se ve el cadáver, rodeado por tres religiosos que rezan de rodillas, mientras en una pica está clavada la cabeza del Justicia.

         En una relación conservada en el Ayuntamiento de Zaragoza se señala que “subido al cadalso, le fue cortada la cabeza en él, a las once horas antes del mediodía”. De ahí que fuera aceptada la versión de su decapitación. Sin embargo, el análisis de sus restos efectuado no hace mucho tiempo pudo demostrar que el Justicia murió degollado y, posteriormente, se le separó la cabeza.

         No se trata de un hecho baladí, dado que la degollación por delante del cuello, con un cuchillo, era el método utilizado para dar muerte a los nobles y así se ha reflejado incluso en las representaciones de determinados mártires. En el caso de condenados por el delito de traición, les era cortada la cabeza por detrás con un hacha, el procedimiento más infamante. Que no se utilizara en el caso de Lanuza, aunque la condena lo fuera “por traidor y que levantó bandera y otros aparatos de guerra, contra su Rey y Señor natural”, no deja de ser significativo, como también el que, de alguna forma, se respetara su cadáver, prohibiendo al verdugo que se apropiase de sus calzas, como había comenzado a efectuar.

 

         De ahí, que decidiera encomendar ese cometido a las autoridades militares, utilizando como coartada la figura del Gobernador de Aragón que, en apariencia, fue quien ejecutó los castigos.

         Los despachos reales llegaron a Zaragoza en la noche del 18 de diciembre y D. Alonso de Vargas encomendó a su segundo D. Francisco de Bobadilla y al Maestre de Campo D. Agustín de Mexía el cumplimiento de lo ordenado. Fue una operación militar llevada a cabo con una rapidez y precisión increíbles.

         En primer lugar, se detuvo mediante engaño al duque de Villahermosa y al conde de Aranda, que llevados a Castilla terminaron siendo ejecutados en secreto. Después se apresó al Justicia e, inmediatamente, sin ningún tipo de procedimiento judicial, se dispuso su ejecución, en medio de un impresionante dispositivo de seguridad que atemorizó a todos los habitantes de la ciudad y de otros lugares. Concretamente en Borja, suspendieron las sesiones de su corporación municipal durante varios meses.

         No fueron los únicos ejecutados. Hubo más, unos con intervención directa del Ejército; otros tras los procedimientos incoados por la Inquisición. De ellos hablaremos otro día.

         No queremos dejar de referir un hecho curioso. Tras la detención de Lanuza, pidió que le fuera enviado el P. Ibáñez S. J., su confesor; como tardara, le asistió entretanto el Dr. Mancebón, Predicador General del Ejército. Sin embargo, la confesión pudo realizarla con el jesuita, aunque no se le permitió regresar a su colegio. Cuando al día siguiente fue conducido Lanuza al lugar de la ejecución, iba en un coche con dos padres agustinos y otros dos de la Compañía de Jesús.

         El tema de los confesores tuvo cierta importancia, más tarde, ya que a otros condenados no se les permitió realizar su última confesión con sacerdotes aragoneses y tuvieron que hacerlo con el Administrador General del Hospital, el Dr. Manso, por las razones que expondremos.

 


         Actualmente, una placa colocada en 1991, recuerda a D. Juan de Lanuza en el lugar de su ejecución y, en su honor, se alza el monumento de la plaza de Aragón, ante el que, en este día, se realizan las ofrendas florales.


 


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