Ha sido D. Juan Manuel Serrano Lacaba quien nos ha recordado
la importancia histórica de una obra hidráulica existente en Bureta, en zona
contigua al despoblado de “Los Pozos”, sobre el que, en el segundo número de Cuadernos de Estudios Borjanos,
publicamos un artículo acerca de las cerámicas grises hispano-visigodas allí
encontradas.
Respecto al manantial y a las obras realizadas para su
aprovechamiento trató D. Javier San Román Saldaña en su obra Las aguas
subterráneas en la cuenca del río Huecha, también publicada por nuestro Centro.
Por otra parte, el Prof. Christopher Gerrard y
Dª. Alejandra Gutiérrez le dedicaron un trabajo que puede consultarse en
red.
A pesar de todo ello, muchas personas desconocen su
existencia, a la espera de que D. Guillermo Carranza Alcalde complete su serie
sobre obras hidráulicas de la zona, entre las que destaca ésta que suele ser
denominada como manantial de Albaquetes o Albaquete.
Curiosamente, está señalizado y con un panel explicativo,
aunque su estado de mantenimiento no es el más adecuado para la importancia del
conjunto. De hecho, al visitarlo hay que tener cuidado, dado que algunos pozos no
tienen protección y es peligroso acercarse.
El conjunto está constituido por un adit o túnel de época romana, cuya entrada es visible. Tiene unos
100 metros de longitud y algo más de 2 metros de altura, con una anchura de un
metro.
Al lado se encuentra un qanat
que es un sistema de captación de agua, de origen árabe, aunque algunos estiman
que la obra fue realizada ya en época cristiana. Está constituido por un túnel de
unos 164 metros de longitud, 1,5 de altura y 0,7 de anchura.
El túnel llega hasta la capa freática y dispone de siete
pozos. El primero (a la derecha de este croquis muy ilustrativo) es el
principal realizado para alcanzar el agua. Los otros seis son pozos por lo que
se extrajo el material de excavación del túnel y, después, le sirvieron de
ventilación.
La primera de estas fotografías corresponde al “pozo madre”,
mientras que la segunda es de uno de los otros seis que, en un momento
determinado, fue revestido con cantos de piedra. Hay algunos que están
prácticamente cegados por la vegetación.
Según Javier San Román, el manantial tenía unos 20 litros
por segundo de caudal y, mediante este ingenioso sistema se alimentaba la balsa
que permitía el riego en una zona especialmente árida.
En opinión de ese autor, dos pozos privados situados en las
proximidades le quitaron mucho caudal, y por eso se construyó el que se ve en
la foto (en una caseta y alimentado por electricidad de la línea que pasa por
ahí).
El adit y el qanat dejaron de prestar servicio. Junto al adit
hay ahora una acequia que parece moderna alimentada por un gran pozo que es casi una balsa de agua. Pero perduran los restos de esa obra de gran
valor histórico, cultural y constructivo.
Como
comentaba Juan Manuel Serrano, resulta fascinante que, en nuestro entorno y a
escasa distancia, se combinen la cultura del regadío abundante del Ebro y la
Huecha y los bosques atlánticos del Moncayo con esta otra de aprovechamiento de
los pequeños manantiales en zonas esteparias mediante técnicas tan
costosas propias de zonas desérticas de
oriente Próximo.
Es
sin duda uno de los mejores ejemplos de aquellas grandes construcciones
hidráulicas de la Antigüedad que tenemos en nuestra comarca y, por lo tanto, una
obra digna de admirar que se debería restaurar para apreciarla correctamente y
darla a conocer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario