Nuestra
procesión, a diferencia de lo que ocurre en otros muchos lugares, no dispone de
un paso específico para este día, en el que se represente la entrada de Jesús
en Jerusalén, a lomos de un pollino.
Hubo
años en los que esa carencia se suplía con la participación de un pequeño
burrito, interpretando el papel de Cristo el recientemente fallecido D. Antonio
Irache Cabañero.
Pero,
lo más llamativo es que en la procesión del Domingo de Ramos, al igual que en
las que se celebran el Domingo de Resurrección, los miembros de las distintas
cofradías que en ellas toman parte lo hacen sin capirote, con la cara
descubierta.
Aquí,
por el contrario, lo hacen cubiertos lo que no se ajusta al sentido de la
ceremonia, dado que el capirote es señal de penitencia y el Domingo de Ramos
rememora la entrada triunfal de Cristo. No obstante, no es el único lugar en el
que se ha instaurado esta costumbre, pues también la hemos visto en otras
localidades, algunas del mismo obispado.
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