En el
congreso que estos días se está celebrando en Valladolid, como arranque de las
conmemoraciones organizadas con motivo de la primera vuelta al mundo, protagonizada
por Fernando de Magallanes y, a su muerte, por Juan Sebastián de Elcano, el
Presidente del Centro de Estudios Borjanos ha presentado una comunicación en la
que hace referencia al único aragonés que participó en la misma.
Es
lógico relacionar su procedencia con La Almunia de Doña Godina, localidad que
pertenecía a la Orden de San Juan de Jerusalén, de la que quedan importantes
testimonios en la misma, como atestiguan las fotografías que insertamos.
Sin
embargo, en Aragón existen otras dos localidades que llevan el nombre de
“Almunia”, ambas en la provincia de Huesca, La Almunia de San Juan, también vinculada
a los hospitalarios, y la que fue conocida como “La Almunia de San Lorenzo” o
“Almunia de Luzás”, cercana a la localidad de San Lorenzo que ahora, como
muchas otros antiguos municipios oscenses está deshabitado. Por ello, se
suscitan dudas en relación con el verdadero lugar de nacimiento de Blas de
Toledo, al que en algunos documentos también se le denomina “Blas Durango”.
En
cualquier caso, nuestro grumete zarpó del puerto de Sevilla, formando parte de
la dotación de la Trinidad, zarpó de
Sevilla en la mañana del lunes 10 de agosto de 1519, aunque no fue hasta el 20
de septiembre cuando, desde Sanlucar de Barrameda, las cuatro naves de la
expedición iniciaron la travesía del Atlántico alcanzando después el Pacífico
tras el descubrimiento de lo que sería llamado “estrecho de Magallanes”.
Superando
numerosas dificultades llegó finalmente hasta las islas Molucas, donde la Victoria y la Trinidad, cargaron clavo, una de las codiciadas especias que habían
sido el fin de la expedición y se dispusieron a iniciar el camino de retorno.
Fue entonces cuando se descubrió una vía de agua en la Trinidad, por lo que la Victoria,
al mando de Juan Sebastián de Elcano, emprendió sola el regreso a España por el
cabo de Buena Esperanza, hasta completar la primera circunnavegación del globo.
La Trinidad permaneció en la isla de
Tidore, efectuando las reparaciones precisas, hasta que cuatro meses después se
hizo a la mar para intentar alcanzar las costas de Tierra Firme con su preciado
cargamento.
La empresa
resultó mucho más complicada de lo previsto, tanto por los temporales que
encontraron en aquel mar que, precipitadamente, habían bautizado como “Pacífico”
y por las enfermedades que afectaron a los miembros de su dotación. A
consecuencia de ello, el 10 de septiembre de 1522 falleció nuestro grumete almuniense,
cuando navegaban de vuelta a las Molucas, fracasado su intento de alcanzar la
costa occidental de América. Su cadáver fue sepultado en la mar, finalizando
así la peripecia vital de este joven aragonés que no pudo retornar a su tierra
natal.
Curiosamente, hubo otro
aragonés que se enroló en la expedición. Era Carlos Sánchez, natural de
Barbastro e hijo de Juan Sánchez y María Pérez, aunque en este caso, tras
cobrar el sueldo por adelantado de cuatro meses que se les dio a todos antes de
zarpar, “se ausentó” con la cantidad
percibida, sin que volviera a saberse de él.
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