No hace mucho, dimos noticia de la adquisición de
una obra de D. Cándido Closa Bosser, esposo en segundo nupcias de la abuela de
Severino de Llanza Dª. María del Pilar del Campo de Armijo. Tan pronto como
tuvo noticia de ello Severino, nos hizo entrega de una serie de sus
publicaciones, que conservaba en el archivo familiar, junto con varias
fotografías de este ilustre personaje que residió en Ainzón durante sus últimos
años.
Entre
ellas nos ha interesado especialmente la que lleva por título Lo inexhausto porqué es eterno en la que
con el subtítulo “Una jornada en la falda del Moncayo: impresiones y nada más”,
lo que relata es una visita al Santuario de Misericordia, en la que narra el
supuesto diálogo con el que fuera rector de la universidad de Barcelona, D.
Ramón Garriga Nogués, cuyos restos reposan en la iglesia del Santuario. Poco
antes de su fallecimiento D. Javier Lerín de Pablo reunió en un folleto los
poemas que diversos autores dedicaron a nuestro Santuario. Quizás sería
conveniente hacer algo similar con los relatos que destacados escritores
escribieron, tras visitarlo.
Un
factor de interés añadido a ese folleto es que se trata del nº 1 de la edición
y está dedicado a Dª. María Cecilia Drudis del Campo, la hija de la segunda
esposa de Cándido Closa, con la que se había casado en 1935. La obrita fue
publicada en agosto de 1945 y en la dedicatoria a mano se señala que “Esta vez
te corresponde a tí ser la primera entre todos mis deudos” porque “Es un
derecho que ha conquistado tu cariño, el cual compensa con creces el que
también has logrado de tu padrino”. En la foto, aparece el autor, ya de cierta
edad, con Cecilia Drudis.
También
relacionado con nuestra zona es el titulado Hablan
las piedras, en el que refleja la visita efectuada al monasterio de
Veruela, el 15 de septiembre de 1945, en compañía de D. José Forniés del Campo,
primo de su mujer y militar que alcanzó el empleo de Coronel de Infantería, con
antigüedad de 16 de diciembre de 1936. El texto constituye un emocionado
reflejo del detallado recorrido efectuado por el monasterio, teniendo como
cicerone a un alumno del Juniorado de la Compañía de Jesús, que en aquellos
momentos ocupaba las dependencias del antiguo cenobio cisterciense, un joven de
gran cultura y preparación que les facilitó numerosos datos de su historia y de
su arquitectura.
En
1946, Candido Closa había publicado un librito con el título de Etopea, inspirado en Azorín, en el que
narra la tragedia de Aureliano Ciprés, un pintor que perdió la vista, tras
haber alcanzado cierta fama.
Envió
la obrita al gran escritor Azorín, que le correspondió con una tarjeta, fechada
en Madrid el 28 de agosto de 1946, que se conserva con el ejemplar y que
constituye un recuerdo especialmente interesante.
Al
hilo de Etopea dio a la luz al año
siguiente otra obrita, en esta ocasión titulada Prólogo de Audacias, en el que refleja algunos aspectos
autobiográficos como su desengaño de las sinuosidades de la política y de
embrollados conflictos sociales, para el que buscó reposo en tierras
alicantinas.
Agradecemos
a Severino de Llanza su generosa donación de estos trabajos y de otros a los
que haremos alusión en posterior artículo.
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