viernes, 6 de diciembre de 2019

Una entretenida comedia en Mallén


         Mañana sábado 7 de diciembre, a las ocho de la tarde, la compañía “Aventura escénica interpretará la divertida comedia “Sin reservas” en la Casa de Cultura de Mallén. Son sus intérpretes Amparo Luberto en el papel de Azucena; Ana García en el de Begoña e Ignacio Otín en el de Marcos. El texto es de Sergio Plou y la dirección corre a cargo de Josean Mateos.





         El argumento transcurre en un pequeño negocio de hostelería de una ciudad del interior peninsular. La dueña de una casa de comidas, el pinche y la repostera, se reúnen como todos los días en el vestuario antes de entrar en la cocina. Es verano y huele a vacaciones. Pero tendrán que tomar una decisión que marcará sus vidas para siempre.
         Aunque podría ser una tragedia muy fresca, el humor con el que está teñida la convierte en una comedia negra.
“Sin reservas” es la historia de Azucena, la repostera, una víctima que decide tomar las riendas de su vida, dando lugar a un desenlace tan solidario como inquietante. La trama se desarrolla durante una hora y poco más en la casa de comidas de una mujer curtida donde las haya. Esa mujer se llama Begoña, y la emprende a diario con su negocio, con su hija, con la abuela, con su cuñado y con todo lo que le pongan por delante. Lo normal es que llegue a casa hecha polvo y caiga rendida en el sofá, donde siempre le atrapa el sueño en una bofetada de cansancio. Es también la historia de Marcos, el pinche, el chico de los recados, el eterno eventual que camina sobre la cuerda floja. Es la historia de nuestra juventud, que va saliendo del paso mientras se labra un porvenir.
Todos ellos disfrutan de un domicilio al que puede llamar 'casa', y gracias a esa casa tiene un buzón donde crecen las facturas del banco, del teléfono, del agua, la luz, el gas... Para estas tres personas, hacer frente a semejante aglomeración de recibos y de problemas sólo es posible gracias a que conservan su trabajo. O sus dos trabajos. O sus tres trabajos. Su jornada se multiplica de tal modo que parece una carrera de obstáculos. Y en esa carrera constante logran mantener a flote su modo de vida. O su modo de muerte. Un modo cuyo sueño consiste en tumbarse en la playa, durante una semana, sin dar un palo al agua.

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