En nuestro recorrido por los “Castillos de España” nos detenemos hoy en el de Montesquiu (Barcelona), que hace el número 70 de la serie de postales que nos sirven de guía.
En primer lugar, cabe señalar que su aspecto
actual poco tiene que ver con el primitivo. En sus orígenes fue un sencillo
torreón mandado construir por el conde Wifredo el Velloso para vigilar el paso
del río Ter.
Arnau Guillem de Besora, en el siglo
XIV, y Luis Descatllar en el XVII fueron transformándolo y ampliándolo para
convertirlo en lugar de residencia.
Pero fue D. Emilio Juncadella
(1885-1936) quien llevó a cabo, entre 1917 y 1920, importantes obras de
remodelación que dieron como resultado una importante transformación del
castillo, al mismo tiempo que lo rodeaba de un hermoso parque.
En 1976, Merced Juncadella cedió la
propiedad del castillo a la Diputación de Barcelona que realizó obras de
adaptación para su empleo con fines culturales. Una de sus zonas dispone de una
sala de actos (con capacidad para 90 personas, dotada de cabinas de traducción
simultánea), cuatro aulas de trabajo, una sala de descanso y servicio de
cafetería, lo que permite la celebración de congresos y reuniones.
Es posible recorrer el resto del
castillo por medio de visitas guiadas. Como puede apreciarse en las imágenes,
se ha mantenido el carácter de residencia señorial de sus últimos propietarios.
La capilla fue mandada construir en el siglo XVII por el citado Luis Descatllar.
Pero otro de los alicientes para
visitarlo lo constituye el privilegiado enclave en el que se encuentra ubicado,
en un parque natural de gran belleza que viene a completar a los jardines que lo
rodean.
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