D. Manuel Giménez Aperte, acaba de
hacernos entrega de un impreso que reviste especial interés para nosotros. Se
trata de una hoja en tamaño folio, que reproduce una composición poética
titulada “Noche-buena en Cuba”.
El poema no era desconocido, dado que Dª. María Victoria Paños Pérez lo había transcrito en su trabajo dedicado a la obra poética de D. Baltasar González, que ha quedado inédito en el archivo de nuestro Centro.
No cabe duda de que Victoria Paños
había tenido entre sus manos este poema, del que afirmaba: “No va firmado ni
fechado por lo que es imposible asegurar que su autor sea Baltasar González. Si
lo incluyo aquí es porque no considero descabellado que sea una composición
suya”, teniendo en cuenta de que había sido encontrado entre los papeles que
Domínguez Pablo guardaba como pertenecientes a Baltasar González, siendo muy
probablemente el mismo ejemplar que ha llegado a nuestro poder, dado que Manuel
Giménez recogió algunos de los recuerdos de Francisco Domínguez.
De
la composición decía Victoria en su trabajo: “Como forma estrófica se trata de
un romance, que es un tipo de composición en la que nuestro poeta demuestra
sentirse bastante cómodo. Por lo que se refiere al tema no disiente en absoluto
de lo que es en general el resto de su obra y el tema tampoco le es ajeno: las
guerras le preocupaban sobremanera, las referencias a la primera guerra mundial
son incontables y a la guerra de Cuba se alude en el poema “¡Pueblo Español!”.
A nosotros no nos cabe la menor duda de
que Baltasar González fue su autor, coincide con su estilo y la tipografía
utilizada es la de la imprenta de Borja en esos momentos.
En cuanto al mensaje que transmite, es
evidente que, bajo el barniz de lo que la Nochebuena representa, hay una dura
crítica a la guerra de Cuba y a los sufrimientos de los soldados enviados a
combatir a esas lejanas tierras, para sucumbir “víctimas del vómito o de la
fiebre amarilla, o del mortífero efecto de las balas enemigas”. Daba igual que “vómito”
y “fiebre amarilla” fueran la misma cosa,
o que las bajas en combate fueran muy reducidas, en comparación con la
enorme cantidad de las provocadas por las enfermedades infecto-contagiosas; de
lo que se trataba era de presentar el tremendista efecto de los soldados
agonizando en sus lechos, con el recuerdo presente de sus novias y madres, en
una noche “en la que tienden a verse reunidas todas las ramas dispersas del árbol
de la familia”.
Pero ese sufrimiento de los que
combaten y de las familias que lloran su ausencia tenía, a juicio de D. Baltasar,
unos responsables para lo que pide que “¡Caigan sobre los causantes de tan
inmensas desdichas las maldiciones humanas y la maldición divina!”, sin tomar
en consideración ni la más mínima justificación ni sentido patriótico, salvo
esa alusión final “a los valientes que luchan en la manigua”.
Un detalle a considerar es cuándo fue editada
la poesía, desde luego en el marco de la guerra de Cuba pero, como todos saben
fueron tres las campañas militares en la isla: Entre 1868 y 1878, la llamada
Guerra de los Diez Años o Guerra Grande; entre 1879 y 1880, la conocida como
Guerra Chiquita; y finalmente la que tuvo lugar a partir de 1895, que condujo a
la derrota española en 1898 y a la independencia cubana.
Fue, durante esta última, cuando
Baltasar González compuso su poesía y, como está fechada en la Navidad, sólo
pudo hacerlo en tres años, 1895, 1896 y 1897, inclinándonos por cualquiera de
los dos últimos, cuando ya el número de soldados allí destinados era cuantioso
y las muertes muy numerosas.
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