En el recorrido que estamos efectuando
por antiguos artículos publicados en nuestro blog, hoy queremos recordar el que
dedicamos un curioso equívoco existente en torno a una imagen que se venera en
la colegiata de Santa María.
Allí, en la capilla dedicada a San Antón, en uno de los laterales de su nave, se encuentra un busto procesional situado a la izquierda del retablo, bajo el que se colocó un rótulo, señalando que se trata de San Buenaventura.
Es una obra de interés que no ha
sido estudiada, en la que aparece representado un joven con las manos sobre el
pecho y vistiendo un hábito con el color franciscano. San Buenaventura, efectivamente,
fue uno de los grandes santos de la Orden fundada por San Francisco de Asís.
Nacido en Begnoregio, en 1218, llegó a ser creado cardenal, muriendo en Lyon en
1274. Canonizado en 1482, fue declarado Doctor de la Iglesia en 1588. Suele ser
representado como un joven, aunque con las vestiduras de cardenal y,
generalmente, con el capelo a sus pies.
Pero, en el caso del busto de Borja hay un
detalle mucho más importante para rechazar la atribución. Como santo
franciscano, debería ceñir el cordón de la orden y, sin embargo, lo que aquí se
representa es una correa, distintivo de la orden de San Agustín.
Analizando con más detalle la obra,
puede advertirse que, además de ese contrasentido, el hábito ha sido repintado
y bajo los colores actuales se encuentra un hábito negro moteado de estrellas,
uno de sus atributos personales, junto con la perdiz que sostiene en su mano
derecha.
Podemos, afirmar por lo tanto, sin
ningún tipo de dudas, que se trata de un busto de San Nicolás de Tolentino
reaprovechado o erróneamente atribuido, más bien lo primero, dado que el color
del hábito sería negro originalmente siendo repintado para que pareciera
franciscano.
San Nicolás de Tolentino era un
poco más joven que San Buenaventura. Nació en 1245 y profesó en la Orden de San
Agustín, en la que destacó por una vida dedicada a la oración y al apostolado.
Fue canonizado en 1446 y se le representa como un hombre joven, aunque murió a
los 60 años.
Su devoción fue introducida en
nuestra ciudad, tras la fundación del convento de agustinos recoletos al que
hemos hecho referencia. Es importante señalar que la influencia de estos
religiosos fue muy grande, llegando a conseguir que la fiesta de San Agustín
fuera declarada “fiesta votada” de la ciudad en 1621. Al año siguiente,
lograron el mismo reconocimiento para la de San Nicolás de Tolentino que se
celebra el 10 de septiembre. Podemos afirmar, por lo tanto, que durante una
época, la conmemoración de este santo agustino fue una de las fiestas de la
ciudad.
No es de extrañar, por lo tanto, la
presencia de la imagen procesional que estamos comentando. También se conserva
otra de cuerpo entero que se veneró en Borja y, posteriormente, fue llevada a
Albeta, entonces barrio de la ciudad. Allí se conserva en el ático del retablo
mayor de su iglesia parroquial, de la que ofrecemos una fotografía de escasa
calidad en la que el santo lleva en su mano la perdiz a la que hemos hecho referencia
y que recuerda uno de sus milagros más conocidos. Estando enfermo al final de
sus días, le ofrecieron para comer dos perdices asadas, con el propósito de que
mejorara reforzando su dieta que era muy pobre, dado que había hecho el propósito
de prescindir de la carne (era un santo muy moderno…). Para no romper sus hábitos
alimenticios, cuando le acercaron el plato, les dijo a las perdices: “Seguir
vuestro camino” e inmediatamente ante el asombro general emprendieron el vuelo.
En Borja, el que “voló” fue el Santo camino de Albeta, mientras transformaban torpemente
el busto de Santa María y, todavía, nos preguntamos las razones de este
inexplicable abandono de un culto que había tenido tanto arraigo en nuestra
ciudad.
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