jueves, 13 de enero de 2022

Importante y oportuna obra del doctor Antonio Gil Albarracín

 

         El Dr. D. Antonio Gil Albarracín ha tenido la amabilidad de remitirnos la obra que acaba de publicar, con el título Visita a los puertos españoles de los siglos XVIII y XIX, que no dudamos en calificar de importante y oportuna.

         Importante porque corresponde al Dr. Gil Albarracín el mérito de haberse percatado del interés que entrañan las patentes de Sanidad emitidas por los diferentes puertos para facilitar la libre navegación de los buques en unos momentos en los que los constituían una de las principales vías de transmisión de las enfermedades infecto-contagiosas.

         Oportuna, porque estamos viviendo en medio de circunstancias similares y es bueno volver la vista atrás para conocer las medidas adoptadas en el pasado, en medio de reticencias iniciales, pero que resultaron ser eficaces. Entonces, como ahora, se enfrentaban los defensores de la libre circulación para facilitar la actividad mercantil y los que abogaban por medidas restrictivas. Durante la epidemia de cólera de 1885, en nuestra ciudad vivimos la pugna entre ambas posiciones, con efectos muy negativos. Las patentes que ahora presenta el Dr. Gil Albarracín fueron, en cierta medida, el equivalente al pasaporte COVID que ahora se exige (evidentemente no son cosas equivalentes), merced a las cuales se garantizaba que el buque que llegaba a un puerto no estaba contaminado.


         Ya nos habíamos hecho eco en este blog de artículos anteriores del autor en los que dio a conocer algunas de estas patentes, auténticas obras de arte, al tratarse de impresos que, en ocasiones, fueron encargados a prestigiosos grabadores.


         Ahora, lo que ha reunido en el libro son las patentes de Sanidad correspondientes a 28 puertos peninsulares y otros dos de la isla de Cuba. En muchos casos se trata de documentos excepcionales, dado que ofrecen unas perspectivas de las correspondientes ciudades y sus puertos, a vista de pájaro, que por su singularidad vienen a completar las representaciones que conocíamos hasta ahora, con detalles desconocidos.


         Pero no menos interesantes son las representaciones heráldicas y, sobre todo, las de los Santos y advocaciones, bajo cuya protección se colocaban. Todo ello en momentos, en los que, en caso de epidemia, se volvían los ojos al cielo, impetrando la ayuda divina por mediación de Santos patrones o de aquellos considerados especiales abogados antes las enfermedades. Esta actitud ha persistido hasta época contemporánea, siendo la actual pandemia la primera ocasión en la que los no creyentes lo fían todo en sus propias fuerzas, como es lógico, mientras que los creyentes se sorprenden al ver los templos cerrados no por las autoridades sanitarias, sino por quienes deberían haber facilitado la oración, si realmente fueran conscientes de lo que representa.

         Al margen de estas consideraciones, queremos felicitar al Dr. Gil Albarracín por la presentación de la primera obra en la que reúne los resultados de sus últimas investigaciones que tendrán también su reflejo en una exposición que, si la epidemia no lo impide, tendrá lugar este año en el Museo de Arte Doña Pakyta de Almería.

         Finalmente, y casi como un acertijo, invitamos a nuestros lectores a identificar a las ciudades representadas en grabados que hemos reproducido. Pueden servirse de la heráldica y de las imágenes de sus patrones.




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