En otro artículo de los que publicamos hoy se hace mención al antiguo convento de agustinos recoletos de Borja, uno de los cuatro que, junto a los dos femeninos que aún subsisten, existieron en nuestra ciudad. Se conservan los edificios de los que fueron conventos de capuchinos y dominicos, así como restos del antiguo convento franciscano. Pero del de agustinos nada quedó, por lo que no es de extrañar que, cuando en 2011 le dedicamos un artículo, fuera uno de los más leídos de aquel año. Lo recordamos ahora, junto con aportaciones posteriores que también aparecieron en el blog.
El convento fue fundado en 1602 y estaba situado en la actual plaza de España, antes de la Constitución y luego de la República. Su iglesia, abierta al culto en septiembre de 1628, fue deteriorándose tras la marcha de la comunidad como consecuencia de la Desamortización y, en 1863, se otorgó el permiso para su demolición. En el solar resultante se abrió la calle Nueva.
De aquel templo han llegado hasta nosotros algunas de las imágenes que se veneraban allí. Concretamente, la de San Babil, ahora en la capilla de la Virgen de la Peana, sobre la que no existe certeza de que corresponda realmente a ese Santo, pues hay quien piensa que puede ser San Agustín, al que le falta el corazón que portaría en la mano derecha.
La otra imagen es la de Santa Rita de Casia
que, el Ayuntamiento (propietario de la misma) depositó en el convento de la
Concepción (como otras obras de Arte), sin que pudiera recuperarla cuando se
pretendió exhibirla en el Museo de la Colegiata.
Ambas fueron realizadas por el académico de San Fernando Juan
Pascual de Mena (1707-1784). También se conservó, durante mucho tiempo, una
imagen de San Nicolás de Tolentino en la iglesia de San Miguel, desaparecida
tras el expolio al que fue sometido este templo, a mediados del siglo XX.
Otra obra, procedente de la iglesia
del convento de agustinos es el retablo en el que se venera la imagen de Cristo
Crucificado en la iglesia del convento de Santa Clara. Este retablo fue cedido
por el M.I. Ayuntamiento de Borja, en su momento, a petición de esa comunidad.
Junto a esas tres obras que
mencionábamos en el artículo citado, algún tiempo después, el Dr. Aguilera Hernández
dedicó otro a la imagen de Cristo Crucificado de la iglesia de San Bartolomé.
Decía entonces que el último prior del convento de agustinos,
fray Manuel Gutiérrez, antes de abandonar Borja, decidió depositarlo en la casa
de la plaza del Mercado, nº 8, propiedad de la familia Rodrigo, para que lo
conservaran en su poder, con toda devoción y cuidado, transmitiéndola de padres
a hijos con la salvedad de que, si los religiosos volvieran a establecerse en
nuestra ciudad, retornara a su poder.
El 2 de noviembre de 1902, D. Antonio Rodrigo Giménez legó
por testamento otorgado ante el notario de Borja D. Pablo Molinos, la propiedad
de dicha casa, con mención expresa a la imagen que en ella se conservaba, a su
nieta Dª María Nogués y Rodrigo, aunque manteniendo el usufructo, mientras
viviera, su hijo D. Fernando Rodrigo.
En el periódico local Ecos del Moncayo, de 14 de
septiembre de 1919, se incluyó una reseña firmada por D. Julio Aragón, en la
que se daba cuenta del acto del traslado de la imagen a la iglesia de San
Bartolomé, presidido por D. Vicente Casanova y Marzol, entonces obispo de
Almería. La imagen salió de la casa de Dª Vicenta Almau, viuda del citado D.
Antonio Rodrigo, sita en la calle Carnicerías (ahora Alfaro Malumbres). Una vez
en San Bartolomé, la imagen fue colocada en “el retablo que ha de servirle de
altar y que, por razones de tiempo, no pudo hacerse más amplio de Arte”. El
retablo fue donado por Dª Vicenta Almau, como se hace constar en la crónica, la
cual reunió en su casa “a cuantos habían tomado parte en la ceremonia, siendo
obsequiados con un exquisito desayuno, haciendo los honores D. Lorenzo Nogués,
popular concejal e inteligente procurador”. Cuando la iglesia de San Bartolomé
fue derribada y reemplazada por la actual, la imagen fue instalada en la
cabecera del templo.
Por lo que respecta al edificio
conventual, se mantuvo en pie hasta la mitad del siglo pasado. En él se
instalaron inicialmente las cárceles del Partido y viviendas para funcionarios
municipales. Pero el deterioro creciente de la fábrica del mismo obligó a
trasladar las cárceles a la Casa Consistorial. Después del proceso de
reparación al que fue sometido el edificio, volvieron a instalarse allí los
Juzgados (en la primera planta), así como las oficinas de Correos y Telégrafos
(en la segunda).
Fue también el Dr. Aguilera quien
localizó una precisa descripción del convento, con sus medidas, en el Archivo Histórico
de Protocolos Notariales de Borja. Con esos datos, D. Leandro José Galindo se
proponía a dibujar los planos del mismo, cuando su muerte impidió la finalización
de ese interesante proyecto.
Decíamos entonces que, en las imágenes conservadas se apreciaba
la portada de acceso que “no era la original que era de ladrillo, realizada en
1699, por Juan Gómez. Más tarde, Diego Lizando, construyó en piedra la que ve
en las fotografías”. Pero lo cierto es que, tras localizar otras imágenes más
precisas, como la que mostramos aquí, no podemos precisar el alcance de la intervención
de Lizando.
El edificio del convento fue derribado, lamentablemente, a
mediados del siglo XX y, en su lugar, se levantó el edificio de Ibercaja. En
cierto sentido, podemos considerar esa actuación como un precedente de ese estilo
que hemos bautizado como “baturroco”, consistente en derribar un monumento,
para levantar otro que, en cierta manera se asemeje al anterior.
A través de una fotografía que nos facilitó
D. Fernando Castellot hemos podido precisar el momento en el que se llevó a
cabo el derribo del convento y la construcción del nuevo edificio. Está datada
el 6 de mayo de 1947 y, en ella, se aprecian perfectamente las obras de construcción
ya iniciadas, todavía en la primera planta con el cartel pintado en la tapia de
cerramiento, en el que se hace alusión a la citada Caja.
En esta otra imagen,
procedente de una postal de la época, se ve el edificio ya terminado, cuando aún
no se había construido el contiguo, ni efectuada la primera urbanización de la
plaza de España.
Finalmente, queremos hacer mención a
otros testimonios conservados del convento, como son algunos documentos
existentes en nuestro archivo, como es el caso de este recibo firmado por el
prior fray Pedro de San Joaquín, justificante de la celebración de veinte misas
en sufragio del alma de Dª. Magdalena Villanova, con el sello en cera del
convento.
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