Al elevado número de víctimas y a los
terribles sufrimientos que todo conflicto armado ocasiona, viene a sumarse los
daños infligidos al Patrimonio Cultural que, en muchos casos, son intencionados
al intentar borrar la memoria histórica del adversario o quebrar su moral.
En la memoria de todos está lo acaecido en recientes conflictos, como la guerra de los Balcanes en la que la destrucción de la biblioteca de Sarajevo o la del puente viejo de Mostar (reconstruido luego con ayuda española) se convirtieron en símbolos. Pero no menos impresionantes fueron las destrucciones intencionadas llevadas a cabo por el ISIS en Siria, especialmente en Palmira donde ejecutaron cruelmente al arqueólogo responsable de la conservación de esa antigua ciudad.
Esas destrucciones vinieron a demostrar
que nada había cambiado desde aquellos años de la II Guerra Mundial en la que
las ciudades alemanas y de otros países quedaron arrasadas (la foto es de
Rotterdam).
O los días aciagos de nuestra Guerra
Civil en la que se destruyó en muchos lugares la práctica totalidad del
Patrimonio Artístico Religioso, una pérdida irreparable que vino a sumarse a la
ocasionada por la Desamortización y la Guerra de la Independencia un siglo
antes.
Todo ello vuelve a cobrar actualidad
ante lo que está ocurriendo en Ucrania. Es cierto que nada es comparable con el
sufrimiento de la población civil y el impresionante éxodo ocasionado por el conflicto.
Pero ello no nos debe hacer olvidar el peligro que se cierne sobre el
Patrimonio Cultural del país, como acaba de recordar la UNESCO en un
llamamiento al que debemos sumarnos todas las instituciones culturales
implicadas en esta cuestión.
Aunque el patrimonio, como seña de
identidad del pueblo ucraniano, es mucho más amplio y variado, la UNESCO ha
llamado la atención sobre aquellos monumentos que son Patrimonio de la
Humanidad. Entre ellos se encuentra la catedral de Santa Sofía de Kiev y el cercano
monasterio de las Cuevas que, dentro de muy poco, se verán sometidos al ataque
ruso.
Otro de los monumentos es la Residencia
de los metropolitanos, bucovinianos y dálmatas de Chernovtsi, una localidad
cercana a Rumanía, en la región de Bucovina donde también hay otros monumentos
destacados.
El centro histórico de la ciudad de
Lviv también es Patrimonio de la Humanidad y estos días hemos visto cómo ha
comenzado a ser bombardeada, sin que conozcamos todavía los daños ocasionados.
Sí que hemos sabido que el Museo Nacional Andrey Sheptytsky de Lviv ha
comenzado a trasladar a lugar seguro, para protegerlos, los bienes que conserva, entre ellos una obra del español
José de Ribera.
Entre Polonia y Ucrania hay un conjunto
de 16 tserkvas (iglesias) de madera que fueron declaradas conjuntamente Patrimonio
de la Humanidad, dado el gran interés que tienen por sus características
constructivas, aunque por ser de madera resultan extraordinariamente frágiles.
Otra declaración conjunta, en 2005, fue
la de los hitos que recuerdan la medición del arco geodésico realizada por el astrónomo
alemán Friedich Georg Wilhelm Struve, entre 1816 y 1853. Se encuentran en diferentes
países, entre el océano Ártico y el mar Negro. En Ucrania están en la ciudad de
Antonivka y Baranivka.
Podíamos citar otros ejemplos, así como
señalar los monumentos que hay en ciudades ya bombardeadas, pero los que hemos
comentado adquieren una relevancia espacial por su condición de Patrimonio de la
Humanidad.
Cabría preguntarse qué ha hecho la
UNESCO ante esta situación y, aunque pueda sorprenderles, además de llamar la
atención sobre estos monumentos ha comenzado a colocar en ellos el “Escudo Azul”,
el símbolo internacional que los identifica para evitar que sean atacados. En
este blog ya hemos comentado en otras ocasiones la escasa protección que proporciona,
sobre todo cuando su tamaño es muy pequeño (algo habitual). Mucho nos tememos
que, en esta ocasión, si las tropas rusas tienen orden de destruirlos el escudo
no lo impida, como ha ocurrido con los hospitales, cuya protección no ofrece
ninguna duda. Les bastará con afirmar que, en su interior, se encontraban
terroristas ucranianos, para culparles a ellos de su destrucción. Veremos lo
que ocurre en las próximas jornadas de esta guerra que nos afecta mucho más de
lo que algunos querrían.
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