Con gran ilusión, por parte de quienes nos acompañaban, fuimos hasta el recinto ferial para ver a los caballos que allí se iban reuniendo antes de iniciar esa recreación de la trashumancia que había sido anunciada.
Era bonito ver las evoluciones de los caballos y también la “foto de familia”, aunque en ella no posaron todos, pues seguían llegando cuando la realizamos.
Desde allí marchamos al camino de la
Estanca, donde junto al polígono pecuario se encontraba ya el camión en el que
viajaban las reses que, acompañadas por los caballistas, iban a ser conducidas
hasta la Estanca como en ocasiones anteriores. Pudimos verlas a través de la
imagen captada por una espectadora que se encaramó al camión.
Mientras esperábamos la llegada de los
caballistas, los más pequeños se entretuvieron con unos borriquillos que había
en un cercado contiguo y pudieron ver, a lo lejos, unas reses que allí
descansaban.
Cuando llegaron, aún tuvimos la oportunidad
de hacer algunas fotos, como la de las crines trenzadas de uno de los caballos
pero, en el momento, en que se procedía al desencajonamiento de las reses, nos
dirigimos hacia la Estanca.
Allí ya se encontraban algunas personas,
ubicadas en lugar seguro, esperando la llegada de la comitiva. Pero, ante nuestra
sorpresa, no llegó a producirse. Tras larga espera, veíamos a lo lejos las
extrañas evoluciones de los caballos, desplazándose por los campos contiguos al
camino. Intuíamos que algo había ocurrido pero, hasta que llegó un coche no nos
enteramos de lo que había sucedido.
Una de las vacas, que al parecer era brava
(cosa que ignorábamos) se había escapado en dirección a Fréscano (por decir un
lugar). Los caballos salieron en su busca pero, comoquiera que aquello se
prolongaba, se tomó la decisión de suspender el recorrido hasta la Estanca.
Solo llegó hasta allí un caballista que
marchaba en solitario. Era un amable ganadero de Tauste que permitió a los
niños que allí había (y se atrevieron) a montar en su bonito caballo.
No fue fácil el regreso, pues el camión
de las vacas había llegado hasta el lugar de la fuga y los coches no podían
pasar. Lo apartaron muy pronto y así pudimos llegar hasta la ciudad, observando
el impresionante vuelo de un buen número de buitres que se lanzaban desde la
altura hacia un lugar contiguo al camino. Es posible que Enrique Lacleta, que
también estuvo en la frustrada trashumancia, lograra captar imágenes.
Ignoramos cuándo fue recuperada la vaca
huida (a la hora de redactar estas líneas aún no había sido encontrada) y nos sorprendió que, en esta ocasión, no estuviera presente la Policía Local,
a la que habíamos visto otros años. Tampoco sabemos si era necesario adoptar
algún tipo de precauciones, tratándose de ganado supuestamente bravo, para el
caso de que se produjera algún percance.
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