Los cementerios son, en muchos lugares, espacios de creación relativamente reciente pues, como en el caso de Borja, fueron construidos en el siglo XIX, aunque integrando elementos mucho más antiguos como el precioso “humilladero” que muestra la imagen, un monumento al que no solemos conceder la importancia que tiene.
Pero, además, en los casi 200 años
transcurridos desde que allí se efectuó el primer enterramiento, en su recinto
se han depositado los restos de quienes fallecieron en Borja y Albeta, algunos
de los cuales son personas que destacaron en los diversos ámbitos de la
actividad humana. Hay escritores eximios, compositores relevantes, políticos,
militares laureados, sacerdotes muy queridos y un largo etcétera de personas que
merecen ser recordadas.
Hace ochos años, comentamos en este
blog el proyecto en marcha de editar una guía del cementerio de Borja en la que
se hicieran constar las biografías de algunos personajes allí sepultados. Lo hicimos
a raíz de una visita al cementerio parisino de Montparnasse donde, al igual que
en otros camposantos, es posible efectuar un recorrido por el mismo, con la
ayuda de las guías que facilitan a la entrada, en las que están señaladas las
tumbas de personajes históricos muy conocidos.
La información sobre la ofrenda floral
efectuada ante la tumba de los padres del filósofo D. Juan David García Bacca ha
venido a recordar la existencia en nuestro cementerio de recuerdos relacionados
con personajes relevantes en una historia que no se circunscribe al ámbito
local.
Ese es el caso del citado Juan David García Bacca, figura de proyección internacional, o el de Braulio Foz, uno de
los más importantes escritores aragoneses, y de su esposa Dª. Antonia Nogués y
Milagro que reposan en sendos nichos, el de Foz con una lápida “moderna” que
oculta la original, como la de su viuda.
Otro caso que concita la
atención internacional, es el de Dª. Lilliana Skorel de Sánchez de Río, en cuya tumba la
Embajada de Polonia colocó una placa de bronce en su honor y la Asociación de
Polacos en España añadió un código QR con información sobre su biografía, algo
que podría hacerse en otras.
A modo de ejemplo, pues podríamos
ofrecer otros muchos, queremos hacer alusión a algunos nichos que nos llamaron
la atención en nuestra reciente visita al cementerio. Uno de ellos es el de
Florencia Manero Zaro, hermana del Siervo de Dios D. César Manero Zaro, el
sacerdote mártir que salvó la Fe de Bautismo de Cervantes y que está a punto de
ser beatificado.
Flor Manero murió el 10 de octubre de 1886,
a los 17 años de edad. La había retratado D. Baltasar González, amigo de sus
padres y abuelos. Él fue el autor del poema que figura en la lápida: “Vivió lo
que la rosa, una mañana./ El jardín de su casa sumió en el duelo,/ más si secó
la muerte flor tan lozana,/ su aroma, que era el alma, voló hasta el cielo”.
Otro caso que podemos mencionar es el
de Dª. María Compans de Blasco, la madre del gran compositor borjano D. Justo
Blasco Compans, fallecida el 28 de enero de 1889, a los 75 años de edad, que
está enterrada junto con su hija Pilar Blasco, fallecida con anterioridad, a
los 42 años.
El
año pasado ya nos ocupamos del lugar de enterramiento del propio compositor y
de su madre. Decíamos entonces que D. Justo Blasco, fallecido el 28 de agosto
de 1911, a los 61 años de edad, había sido enterrado en la Sacramental de San
Justo de Madrid, y ofrecíamos una imagen del nicho que aparecía en un álbum de
recuerdos reunidos por su viuda, que habíamos logrado adquirir. Nos planteábamos
entonces la duda de si el nicho aún se conserva lo que, por el momento, no
hemos podido confirmar.
Y en este improvisado recorrido por las
tumbas de familiares de personas que alcanzaron notoriedad, mostramos la de
Mario Zaro Casanova, fallecido el 4 de enero de 1910, a los 31 años de edad.
Era hermano de Natividad Zaro, a la hemos dedicado atención preferente en
muchas ocasiones por su condición de mujer pionera en actividades tales como la
producción cinematográfica, entre otras facetas artísticas.
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