Entre los libros que nos han llegado estos días, destaca por
su carácter estremecedor el que lleva por título Garrote vil. Rituales de ejecución, verdugos y reos en la España
contemporánea, cuyo autor es el Dr. D. Eladio Romero García, catedrático de
Historia en el IES “Sierra de San Quílez” de Binéfar. Autor de varias obras de
investigación, ha realizado también incursiones en el género de la novela
histórica.
La obra que comentamos fue publicada en 2014 y nuestro
interés por ella no obedece a razones morbosas, sino que se debe a que, entre
las muchas ejecuciones reseñadas, aparecen dos relacionadas con nuestra zona.
Una de ellas es la de
Felipe Pasamar Gregorio, nacido en Calcena en 1883, protagonista de un crimen
al que ya hemos hecho referencia en este blog, el cual fue ejecutado en la
cárcel de Predicadores de Zaragoza el 21 de septiembre de 1915.
La otra ejecución fue la de Higinia Balaguer, natural de
Ainzón y autora del célebre crimen del nº 109 de la calle Fuencarral de Madrid,
en 1888, al que también hemos dedicado amplia atención.
Tanto en los artículos publicados en el blog como en nuestro
Diccionario Biográfico, señalábamos
que fue la última mujer ejecutada en España por el procedimiento del garrote
vil. También afirma lo mismo el autor del libro donde dice que “fue la última
ejecución pública en Madrid y la última ejecución pública de una mujer en
España”.
Sin embargo, en la obra se recogen otras ejecuciones
posteriores, alguna de ellas pública. Concretamente las siguientes:
Josefa Gómez Pardo, ejecutado en Murcia en 1896, ante “una
muchedumbre indignada”.
Rosa Boix Freginals, ejecutada en Mataró ese mismo año, en
la rambla de la Cirera (1896).
Catalina Muñoz, ejecutada en Cervera del Río Alhama en 1899,
ante 8.000 personas que se dieron cita para presenciar el “espectáculo”.
Finalmente cita la ejecución en Valencia, en 1959, de Pilar
Prade Expósito Valencia, señalando que fue la última mujer ajusticiada por este
procedimiento, aunque en el interior de la cárcel. Debió haber otras
anteriores, pues al hacer alusión a este caso, indica que “hacía diez años que
no se ejecutaba a una mujer en España”, por lo que al menos en 1949, tuvo que
morir otra en las mismas condiciones.
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