Cecilia Aznar no era de Borja, pero sí habían nacido en
nuestra ciudad sus padres Ramón Aznar y Francisca Celiméndiz y aquí residía
toda su familia. Ella vino al mundo, en 1875, en la localidad de Cervera, donde
estaba destinado como ferriovario su progenitor.
Hace unos días hicimos referencia a la ejecución de Higinia
Balaguer, natural de Ainzón, condenada por un crimen perpetrado en la calle
Fuencarral de Madrid, en 1888. Pero, en junio de 1902, la misma calle de la
capital de España fue escenario de otro asesinato; en este caso la protagonista
fue Cecilia Aznar Celiméndiz.
El suceso tuvo una gran repercusión mediática y, en el
archivo de nuestro Centro, se conservan algunos de los reportajes publicados en
aquellos días. El juicio finalizó con la condena a muerte de Cecilia.
Inmediatamente, su familia se movilizó para conseguir el
indulto con el apoyo del entonces Alcalde de nuestra ciudad D. Feliciano Rivas
Foncillas que realizó intensas gestiones para lograr ese objetivo, a través de
diferentes personalidades como D. Segismundo Moret que, en aquellos momentos
era Diputado a Cortes por la circunscripción de Zaragoza-Borja, o el marqués de
Borja, Intendente de las Casa Real.
Finalmente, el 15 de octubre de 1903, el rey Alfonso XIII
conmutó la pena de muerte por la de cadena perpetua, decisión en la que pudo
influir la circunstancia de que Cecilia se encontraba embarazada.
Sabíamos que cumplía la condena en la cárcel de Alcalá de
Henares y algunas fuentes señalan que fue puesta en libertad en 1926, tras
cumplir más de 30 años de cárcel, estableciéndose en Ceuta con su hijo, donde
falleció.
Pero, ahora, hemos tenido conocimiento de unos hechos que
ignorábamos. Ha sido a través de un reportaje publicado en ABC, dentro de una sección retrospectiva que es seguida con mucho
interés.
ABC ya había
tenido un especial protagonismo en el caso, dado que fue gracias a una fotografía
de Cecilia, publicada en sus páginas, cómo se pudo conseguir la identificación
de la asesina en Puigcerdá, localidad a la que había huido tras cometer el
crimen.
Como hemos señalado al serle conmutada la condena a muerte,
Cecilia fue internada en la cárcel de mujeres de Alcalá de Henares, conocida
como “La Galera”. Allí ocupaba una celda de castigo, por haber intentado evadirse.
A pesar de que se trataba de un cubículo de dos metros cuadrados sin ventana,
pudo abrir un agujero con el mango de una cuchara y descorrer el cerrojo de la
puerta, uniéndose a la joven que ocupaba la celda contigua, condenada a tres
años por adulterio, y emprender juntas la huida, tras salvar varios obstáculos.
No duró mucho la escapada pues, pocas horas después, la
Guardia Civil las encontró en Loeches (a unos 15 kilómetros de Alcalá). Los
reporteros de ABC que se encontraban
al tanto de la fuga, marcharon inmediatamente hacia ese lugar, encontrando a
las fugadas que eran ya conducidas de retorno en una tartana, escoltadas por varios
números de la Benemérita.
Ante tan precario medio de transporte, les ofrecieron la
camioneta del periódico, en cuyos costados figuraba el nombre de la revista Blanco y Negro, editada por el mismo
grupo, a bordo de la cual llegaron a la cárcel, como muestra las imágenes anteriores.
Ello les permitió obtener unas declaraciones en exclusiva de
Cecilia, que les relató sus propósitos, manifestando que la fuga pretendía
demostrar que las llaves y cerrojos no eran suficientes para aprisionarla, así
como conseguir disfrutar de unos días de libertad.
Al parecer, no volvió a intentarlo y su conducta debió ser
lo suficientemente buena para que, muchos años después, pudieran recobrar esa
libertad que, inútilmente, había buscado con su fuga.
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