Teníamos verdadero interés en conocer la ermita de Nuestra Señora de la Torre, de la que tantas veces nos había hablado D. Federico Bordejé Garcés, destacando la singularidad de este monumento, a la que nos vamos a referir.
Fue, gracias a la amabilidad de la
Alcaldesa de Pozuel de Ariza, Dª. María Encarnación Bermúdez Granada, que en la
mañana del domingo 2 de febrero, se desplazó expresamente hasta allí, para
mostrárnosla, como pudimos acceder a su interior.
Esta ermita fue construida en 1375, con
ocasión de la paz suscrita en Almazán entre Pedro IV el Ceremonioso de Aragón y
Enrique II de Castilla, que puso fin a la llamada “Guerra de los dos Pedros”
que, entre 1356 y 1375, había enfrentado a Pedro I el Cruel con Enrique de
Trastámara, apoyado por el monarca aragonés, que tantos daños ocasionó en
nuestra comarca.
No obstante, el edificio actual es
fruto de dos reformas posteriores. En el siglo XVI se construyó la cabecera,
mientras el resto se levantó en el siglo XVII, como atestigua la inscripción
existente sobre la puerta de acceso.
La ermita se encontraba en muy mal
estado pero, recientemente, ha sido completamente restaurada. El arquitecto
responsable de las mismas ha sido D. Alfredo San Gil, bien conocido por
nuestros lectores.
Estas imágenes muestran el interior de
la ermita, tras la intervención. Con anterioridad a la misma, se había retirado
y llevado a iglesia parroquial de Pozuel la pila bautismal que era un elemento
fundamental de este templo, por las razones que comentaremos. También había
desparecido la verja de madera correspondiente al antepecho del coro y, ahora,
han sido eliminados todos los grafitos existentes en sus muros, alguno de los
cuales tenía un gran valor histórico.
De la ficha correspondiente del SIPCA,
tomamos la información del artesonado que cubre la nave: una armadura de
parhilera atirantada bastante sencilla. Pero, la cabecera cuenta con una
magnífica armadura de limas moamares, de planta octogonal.
Este tipo de techumbres es bastante
excepcional en Aragón, dado que sólo existen la de la capilla de San Miguel de
la Seo zaragozana y la de la capilla del castillo de Mesones de Isuela. Sin embargo,
la de esta ermita poco tiene que ver con los dos ejemplos citados, pues está
mucho más relacionada con otras techumbres castellanas de localidades próximas.
La restauración de la ermita ha corrido
a cargo del Gobierno de Aragón quien, en 2009, la declaró Bien Catalogado del
Patrimonio Cultural Aragonés. Pero ello parece entrar en contradicción con la
característica fundamental de la ermita, dado que fruto de la concordia entre
los reinos de Castilla y Aragón, la propiedad de la misma era compartida.
De Aragón era la cabecera y de Castilla la parte inferior. La línea divisoria pasaba por el centro. En concreto por la pila bautismal allí situada, de manera que los que se bautizaban en ella gozaban del doble fuero castellano y aragonés. Entre las anécdotas relacionadas con esa circunstancia se decía que el sacerdote predicaba en Aragón y lo escuchaban en Castilla.
Todo ello se narraba en los muros,
donde entre otros grafitos había uno de Federico Bordejé, fechado el 8 de
octubre de 1919, que ha sido reproducido en la web “Aragón Mudéjar” aunque, en
lugar de Bordejé, transcribe “Bardají”:
“A las personas que visitan esta Ermita se ruega el
respeto hacia su artesonado ajeno en verdad de conservación por responder
indudablemente a un hermoso resto de lo mudéjar. Asimismo, ruégase una mirada
de respeto hacia el Castillo que la domina; en él limitó Castilla, él fue una
de las bases de su asiento y desde sus almenas contemplaron un día los ojos de
nuestra Historia el panorama singular de nuestra Reconquista. Castilla vive en
estos parajes y es aquí a donde … Federico Bardají. Hoy 8 octubre 1919”.
A la vista de lo expuesto, sería
interesante que este templo, continuará siendo punto de unión entre dos históricos
reinos y las actuales comunidades vecinas, preservando en lo posible su
extraordinario carácter, en el que también sorprende la existencia de esa pila
bautismal, dado que se trata de un elemento característico de las parroquias,
que nunca pueden tener las ermitas, por lo que ello significa que, en su
origen, fue parroquia de una aldea situada a los pies del castillo, de la que
no han quedado otros restos.
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