La enfermedad que contrajimos, precisamente, durante nuestra visita a Berlanga de Duero, nos impidió dar a conocer alguna de las muchas bellezas que encierra esa localidad, entre las que destaca su formidable castillo y los restos del palacio de los duques de Frías.
No tuvimos tiempo de visitar el castillo,
cuyo origen se remonta a época musulmana y cuyo núcleo central data de época tardomedieval,
al que, posteriormente, se le intentó ceñir con una fortaleza adaptada a los
avances derivados del empleo de la artillería.
Pero sí pudimos recorrer el gran recinto amurallado que ciñe el cerro donde se alza, en uno de cuyos extremos se alzan los restos del que fuera imponente palacio de los duques de Frías.
El palacio edificado por los señores de
Berlanga, condestables de Castilla y duques de Frías más tarde, fue un gran
edificio flanqueado por dos torres que fue completamente destruido durante la
guerra de la Independencia y sólo ha subsistido uno de los torreones y parte de
su fachada que se mantiene en pie de manera sorprendente, dado que no cuenta
con ningún tipo de apeo.
El interior de la única torre, por la
que también se puede acceder al castillo, ha sido acondicionado como Centro de
Interpretación, ofreciendo información muy completa en sus diferentes plantas
comunicadas con escaleras de fuente pendiente en sus últimos niveles.
Las maquetas y una cuidada infografía
nos permiten acercarnos a la realidad de aquel palacio en sus momentos de mayor
esplendor.
Pero no menos importantes eran los
jardines dispuestos en varios niveles. En los huertos de la parte baja se han
creado nuevos espacios y hay en marcha un plan de recuperación de estanques y fuentes.
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