Cuando, en noviembre del pasado año, tuvimos conocimiento de la publicación en el volumen XXXI de la revista Aragón en la Edad Media de un artículo de Darío Español Solana, en que se destacaba que, en el siglo XIII, las principales explotaciones salineras en la ribera del Ebro se situaban en los yacimientos ubicados en Remolinos, Bujaraloz, Sástago, y Agón, la referencia a esta última localidad de nuestra comarca constituyó una auténtica sorpresa.
Inmediatamente, intentamos encontrar el
lugar en el que se encontraban esas salinas y pensamos en las lagunas endorreicas
de Plantados y Agón. Pero, la primera de ellas, la que suele tener agua durante
más tiempo, pertenece a Bisimbre, mientras que en la otra se puede apreciar un
depósito salino blanco.
Lo que ocurre es que, como nos comentó
el Dr. D. Isidro Aguilera Aragón ese depósito, recientemente estudiado es de
sulfato magnésico, que no se puede utilizar para el consumo humano, aunque en
la de Plantados sí que es de cloruro sódico.
En opinión del ilustre arqueólogo, la
producción de sal en Agón estaría centrada en el llamado “Prao” o “Prado”, un
lugar de interés, que era también una laguna de mayores dimensiones, aunque la
existencia de zanjas de drenaje ha provocado que mantenga agua en contadas
ocasiones.
Comoquiera que no conocíamos esa zona,
en un día desapacible y ventoso nos trasladamos al lugar que nos señaló, en la
carretera a Fréscano e hicimos unas rápidas fotos de lo que creímos intuir que
era el Prao. Pero, ante la falta de datos más concluyentes, dejamos aparcado el
tema hasta que pudiéramos volver, acompañados por personas que conocieran la
zona.
Pero, inesperadamente, hemos vuelto a tener
noticias del “Prado Hondo” de Agón, dado que los dos ilustres académicos que
nos visitaron recientemente, nos facilitaron la imagen del plan trazado por el veterinario
Francisco González para desecar esa zona.
A finales del siglo XVIII se había
declarado en el corregimiento de Borja una epidemia de muermo que afectaba
sobre todo a los términos municipales de Novillas y Agón.
Para controlarla fue enviado a esta
zona, desde Madrid, al que entonces era Mariscal Mayor del regimiento de
Caballería Farnesio, D. Francisco González Gutiérrez quien desarrolló una
intensa labor, de la que cual nos ha quedado constancia en el detallado informe
que elaboró a finales de 1793.
Entre las medidas preventivas que propuso
fue el de proceder a sanear la zona de pastos comunes de Agón, el famoso “Prado”,
que “debido a la presencia de numerosas fuentes se encharcaba mucho tiempo con
los problemas que ello acarreaba”. Para solventarlos, abogaba por la apertura
de unas acequias de drenaje, de acuerdo con el plano que reproducimos que los
académicos Dª. María Cinta Mañé Seró y D. Miguel Ángel Vives Vallés incluyeron
en su comunicación al XVII Congreso Nacional y VIII Iberoamericano de Historia
de la Veterinaria. Queda claro, por lo tanto, que la desecación de esa zona es algo
que se remonta al siglo XVIII y obedeció a causas sanitarias.
Como aclaración a algunos términos
anteriormente expuestos, debemos señalar que en los Ejércitos, la palabra “mariscal”
es también sinónimo de “veterinario”, que era la profesión de Francisco González.
En cuanto al “muermo”, el Diccionario de la Real Academia Española lo define
como “Enfermedad virulenta y contagiosa de las caballerías, transmisible al
hombre, caracterizada principalmente por ulceración y flujo de la mucosa nasal
e infarto de los ganglios linfáticos próximos”. Está provocada por la bacteria Burkholderia
mallei (nueva denominación de la antigua Pseudomonas mallei) y no solo
afecta a caballos, asnos y mulas, sino también a ovejas, cabras y animales domésticos.
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