Fue en 2016 cuando visitamos el galacho de los Fornazos, situado en el término municipal de Boquiñeni. Para las personas ajenas a estas tierras, debemos indicar que, en Aragón, se designa con el nombre de “galacho” a los antiguos meandros de un río que han sido abandonados al variar su curso, como consecuencia de una avenida o de la propia erosión de la corriente. En el Ebro hay varios, algunos muy conocidos, y otros menos como ocurre con éste, que se formó hace más de dos siglos y tiene una extensión de unas 10 hectáreas. La mayor parte de la misma está ocupada por un carrizal, con algunas zonas de anea. El nombre de “los fornazos” hace referencia a la elaboración de carbón natural que, antaño, se llevaba a cabo en aquel lugar.
En 2006, la Confederación Hidrográfica del Ebro acometió su
restauración, pues se encontraba muy abandonado. Fueron creados varios
miradores y se instalaron paneles explicativos. Sin embargo, lo más importante
fueron las labores de limpieza y la interconexión de varias balsas para
facilitar la comunicación de las aguas y favorecer el establecimiento de la fauna
acuática.
Según la información que se ofrecía,
allí puede verse el carricero tordal, galinetas, zampullines y aguiluchos
laguneros, mientras que en otoño, cuando la vegetación cambia de color, acoge a
mosquiteros, escribanos y moscones.
Recientemente, hemos vuelto a ese lugar
acompañando a una destacada bióloga que tenía mucho interés en conocerlo y la
desilusión ha sido muy grande al comprobar la degradación que ha sufrido y el
deterioro de sus instalaciones. El ejemplo de este cartel es muy llamativo.
Los miradores desde los que podía contemplar
las aguas y observar las aves están cubiertos de maleza y lo que es peor, un
fuerte olor a purines hacía insufrible la permanencia en el lugar.
Los matorrales se encontraban jalonados
por vertidos incontrolados. Hasta un frigorífico abandonado y otros efectos
pudimos ver en uno de los miradores.
Todo ello influyó
para que nada nos pareciera igual y las imágenes que guardábamos de la visita
anterior (las primeras que abren cada serie) quedaron difuminadas por la realidad
actual que nos produjo una sensación de tristeza al comprobar la facilidad con
la que se deterioran inversiones cuantiosas por falta de mantenimiento.
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