En la reseña correspondiente a la obra El trienio liberal (1820-1823). Balance y perspectivas, editada por la Institución “Fernando el Católico” destacamos el artículo del Director del Archivo Diocesano de Zaragoza D. Juan Ramón Royo García, titulado “Los expedientes de secularización de religiosos durante el trienio liberal” en el que ofrece datos sobre varios religiosos desconocidos de nuestra zona que se exclaustraron durante esa etapa histórica, junto con las razones aducidas para ello y los lugares de residencia que les fueron asignados. Por el interés que todo ello entraña, hemos querido dar noticia de los mismos, ya que no fueron incluidos en nuestro Diccionario Biográfico.
El 21 de abril de 1820, el Gobierno
Constitucional había dictado un Decreto que permitía la salida voluntaria de
los conventos de todos aquellos religiosos que lo solicitaran, alegando motivos
suficientes. En esa época convulsa fueron muchos los que se acogieron a esa
medida, lo que trajo como consecuencia la disminución del número de los que había
en cada convento. De ahí que el 1 de octubre de 1820 se ordenara la supresión
de todos los conventos que no contaran con doce religiosos profesos. Eran medidas
que intentaban acabar con la vida conventual y claro precedente de las medidas
desamortizadoras que llegaron después.
Comoquiera que los expedientes de exclaustración
se tramitaban ante el arzobispado, los datos conservados en su archivo nos
permiten identificar a todos aquellos religiosos relacionados con los municipios
de nuestra zona.
El mayor número de ellos eran naturales
de Magallón o relacionados con esa localidad, como el carmelita fray Tomás
Bona, del convento de Zaragoza, al que en 1810 le asignaron una ración en
la iglesia parroquial de Magallón que perdió en 1813 y volvió a recuperar en
1821. Esa circunstancia y su apellido nos inducen a pensar que era natural de
esa localidad.
En el mismo convento carmelita de Zaragoza había también tres
frailes nacidos en Magallón fray Sebastián Ruberte Sierra (1788) y los
hermanos fray Sebastián y fray Miguel Pallarés Sanz de Villaragud,
nacidos en 1786 y 1787. A fray Sebastián Ruberte le fue concedida la
secularización por motivos de salud y para atender a dos cuñadas viudas,
cargadas de familia. Fray Sebastián Pallarés adujo motivos de salud, mientras
que su hermano alegó “responsabilidades familiares”. Los tres fueron adscritos
a la parroquia de su localidad natal.
Otro religioso nacido en Magallón, en
1787, fue fray Dámaso Bea Aznar que había profesado en el convento de la
Merced de Tarazona. En 1821 solicitó la secularización para atender a sus
padres y a una hermana soltera, así como a otras cuatro que eran religiosas en
varios conventos, administrando para ello el escaso patrimonio familiar, como
ya había hecho durante la dominación francesa. Fue adscrito a la parroquia de
Magallón.
De Magallón era natural fray Mariano
Pallarés que había profesado en el convento dominico de esa localidad y, en
1822, pidió la secularización para mantener y alimentar a una prima hermana y a
su madre, anciana e imposibilitada, quedando adscrito a la parroquia de esa
localidad.
Les seguían en número los nacidos en
Mallén, como el franciscano fray Joaquín Pérez Petinto que estaba
destinado en la provincia de Chile. Probablemente era familiar del conocido
notario de esa localidad, aunque la razón que le movió a tomar esa decisión fue
la de atender a una hermana viuda, siendo adscrito a la parroquia de Fréscano.
La misma razón adujo el franciscano fray Manuel Alcalde Lafuente, nacido
en Mallén en 1774, del convento de La Almunia de Doña Godina, que fue adscrito
a la parroquia de su localidad natal.
Otro religioso mallenero era el carmelita fray Pablo de San Elías que se encontraba en el convento de Lerma cuando intento secularizarse alegando falta de motivación para su vocación. Al parecer no pudo lograrla, por lo que volvió a intentarlo justificando su decisión por la pobreza en la que vivía una hermana suya, casada en Gallur, localidad a cuya parroquia fue finalmente adscrito.
Nacido en Gallur, en 1782, era el carmelita fray Manuel Solsona Berrio que estaba destinado en el suprimido colegio de San José, de Zaragoza. Pidió secularizarse por problemas de salud y se le asignó la iglesia del colegio de Vírgenes de Zaragoza.
Por lo que respecta a Borja, el único
dato que ofrece el artículo es el referido a fray Jaime Sanz Romera de San
José, natural de Pradilla del Pedregal (Guadalajara), pero que había
pertenecido al convento de agustinos recoletos de Borja. Este convento que había
sufrido graves daños durante la guerra de la Independencia, resultó muy
afectado por los decretos de exclaustración y, en 1820, todos sus religiosos pasaron
al convento de Alagón, donde se encontraba fray Jaime en 1822, cuando se le
concedió la regencia de la iglesia de Ricla.
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