Algunos
de nuestros lectores nos piden que comentemos antiguas imágenes. Hay muchas en
nuestro archivo, de diversas procedencias, unas más conocidas que otras. Entre
ellas hemos seleccionado hoy algunas de cuando las fiestas tenían
características muy diferentes a las actuales. Algunos que las vivieron, las
recordarán con nostalgia. No se trata de afirmar si eran mejores o peores; en
cualquier caso eran diferentes. Entonces, como ahora, se anunciaban con cohetes
que encendía Perico desde la plaza.
Además
de las salidas de la comparsa de gigantes y cabezudos, un festejo que no
faltaba era el lanzamiento de globos y “bombas japonesas” que al estallar soltaban
una lluvia de caramelos sobre los niños.
Había
diversas modalidades de carreras. La que aquí vemos es una de sacos o
entalegados. Se corría metidos en el interior de un saco, lo que provocaba frecuentes
caídas, con la consiguiente hilaridad del público. La imagen corresponde a la
plaza de España con el edificio de la fonda al fondo, un edificio antiguo con
un magnífico alero de madera.
Especial
entusiasmo despertaban las carreras de cintas. Los participantes, sobre
bicicletas y provistos de un pequeño palo, intentaban tomar por la anilla,
alguna de las cintas que estaban enrolladas en interior de esos dispositivos colgados
de soportes. Había varios a lo largo del recorrido y, lógicamente, ganaba quien
lograba mayor número de cintas.
Otro
vistoso espectáculo era el de las carreras de camareros. Perfectamente
uniformados, los participantes debían recorrer un circuito en el menor tiempo
posible, sin perder ni derramar lo que llevaban en la bandeja.
Especialmente
llamativa es esta fotografía de un festival de jotas en la plaza de España,
donde se ha dispuesto un pequeño tablado, en torno al cual se congrega un
elevado número de personas.
Y
entrañable resulta la de este fotógrafo ambulante, también en la plaza de España,
donde se adivina la Sastrería Cuartero, con su publicidad de máquinas de coser
Alfa. Aunque había excelentes profesionales en Borja, no era infrecuente la
llegada de otros con su máquina de fuelle, el telón de fondo y caballito en el
que se encaramaban los niños.
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