Aquellos
de nuestros lectores que ya peinen canas recordarán la conocida canción del
gran intérprete cubano Antonio Machín “Angelitos negros” que llegó a España en
1947 y que, más tarde, se popularizó convertida en bolero:
En una de sus estrofas dirigidas a
ese “pintor nacido en mi tierra, con el pincel extranjero”, afirmaba que:
Siempre
que pintas iglesias,
pintas
angelitos bellos,
pero
nunca te acordastes
de
pintar un ángel negro.
Y
es cierto que hay muy pocas representaciones de ángeles negros en nuestros
templos, hasta el punto de ser considerado un motivo extraño dentro de la
iconografía habitual.
De
ahí nuestra sorpresa cuando, en una reciente visita a Cercedilla, en compañía
de Dª Isabel Esparza Bofill que tiene a su cargo el interesante Museo del Esquí
creado en esa localidad, nos mostró un ángel negro existente en uno de los
estípites que flaquean la imagen titular del retablo mayor de la iglesia
parroquial de San Sebastián.
Se
trata de una interesante obra barroca en cuyas calles laterales se encuentran
San Pedro y San Pablo y en cuyo ático está representada la Asunción de la
Virgen. La iglesia resultó seriamente dañada durante la Guerra Civil, siendo
objeto de una restauración posterior, por lo que no sabemos si la presencia de
ese exótico ángel responde al programa iconográfico original del retablo o es
una incorporación posterior. Hemos intentado encontrar otros ejemplos como éste
y, entre las escasas muestras localizadas, podemos citar un lienzo de las
Ánimas en la iglesia de Cheles (Badajoz) con un pequeño ángel negro, mandado
colocar expresamente por el conde de Cheles que financió la obra. También en el
trono del Jesús del Gran Poder de Andújar es negro uno de los ángeles de sus
ángulos, aunque en este caso es una obra de reciente factura.
En
cualquier caso se trata de una hermosa iglesia que conserva cuatro tramos de la
primitiva fábrica medieval, separados con arcos diafragma que sostienen una
cubierta de madera. A ellos se les añadió una espectacular cabecera con falso
crucero y una gran cúpula ciega en cuyas pechinas están representados los
cuatro Evangelistas, como suele ser habitual.
Cercedilla
tiene otros muchos alicientes, como pudimos comprobar en nuestro recorrido por
sus calles. Especial importancia tienen el citado Museo del Esquí, dedicado al
siempre recordado Francisco Fernández Ochoa, natural de la localidad, y la
“Fábrica de la Luz” a las que dedicaremos un comentario posterior.
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