Durante
nuestro reciente desplazamiento a Boquiñeni, tuvimos la oportunidad de visitar
el galacho de los Fornazos, situado en el término municipal de esa localidad,
en el límite con el de Pradilla de Ebro.
En
Aragón se designa con el nombre de “galacho” a los antiguos meandros de un río
que han sido abandonados al variar su curso, como consecuencia de una avenida o
de la propia erosión de la corriente. En el Ebro hay varios, algunos muy
conocidos, y otros menos como ocurre con éste, a pesar de que es el más próximo
a nosotros.
El
cambio que dio lugar a su formación acaeció hace más de dos siglos y tiene una
extensión de unas 10 hectáreas. La mayor parte de la misma está ocupada por un
carrizal, con algunas zonas de Anea. El nombre de “los fornazos” hace
referencia a la elaboración de carbón natural que, antaño, se llevaba a cabo en
aquel lugar.
En
2006, la Confederación Hidrográfica del Ebro acometió su restauración, pues se
encontraba muy abandonado. Fueron creados varios miradores y se instalaron
paneles explicativos. Sin embargo, lo más importante fueron las labores de
limpieza y la interconexión de varias balsas para facilitar la comunicación de
las aguas y favorecer el establecimiento de la fauna acuática.
Según
la información que se ofrece, allí puede verse el carricero tordal, galinetas,
zampullines y aguiluchos laguneros, mientras que en otoño, cuando la vegetación
cambia de color, acoge a mosquiteros, escribanos y moscones.
Merece
la pena visitar esta zona natural a la que se accede desde la carretera que
sale de Gallur en dirección a Luceni. A la izquierda de la misma, está indicado
el camino que conduce hasta el galacho, al que también se puede llegar desde el
casco urbano de Boquiñeni. Otra visita interesante es a los sotos de la ribera
del Ebro, donde hace unos años se podía ver la desaparecida barca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario