Maleján
vivió ayer el día más importante de sus fiestas en honor del Santo Cristo de la
Capilla. Como destacaba Alberto Aguilera en su obra sobre el Patrimonio
Artístico Religioso de esa localidad, la devoción a esta imagen ha sido el principal
exponente de la identidad religiosa del municipio, a lo largo de los siglos. Fue
mandada realizar, por encargo de todos los vecinos, en 1650, siendo colocada en
su capilla (que no era la actual, construida entre 1760 y 1772) el día de la
Pascua del Espíritu Santo. Desde entonces, la fiesta de Pentecostés coincide
con la del Santo Cristo.
Va
precedida por la celebración de una novena que tiene como protagonista otra
imagen del Crucificado, adquirida en 1690 para ser utilizada en la procesión,
ya que la del Santo Cristo de la Capilla sólo sale de la iglesia en
circunstancias excepcionales.
En
la novena se cantan los tradicionales gozos cuyo estribillo dice:
Pues mis culpas Señor son
las que os han crucificado,
arrepentido y postrado, os pido mi
Dios perdón.
Ayer
la jornada se inició con el canto de la Aurora al amanecer. A mediodía, el
Santo Cristo recorrió las calles del municipio, precedido por el pendón de la
cofradía y acompañado por la práctica totalidad de los vecinos.
En
el transcurso de la procesión los danzantes bailan con sus espadas y broqueles,
precediendo a la peana procesional, tras de la cual marchaban el párroco de
Maleján y la corporación municipal en pleno.
Al
entrar la imagen en la iglesia parroquial, los danzantes se inclinan mientras
suena la típica y popular melodía del dance. A continuación, se celebra la
solemne Eucaristía.
A
continuación, todos los asistentes se trasladan a las casas de los mayordomos
para participar en el llamado “bautizo”. Cada año son mayordomos dos
matrimonios de la localidad que, para lograrlo, se registraron el día de su
boda, alcanzando ese honor por riguroso turno y, en la mayoría de los casos,
tras más de 30 años de casados.
Para
participar en el “bautizo”, los más pequeños acuden provistos de bolsas y
tocados con casco, para protegerse de los riesgos que entraña esta curiosa
tradición.
Porque,
desde los balcones de la casa se arrojan almendras, nueces, caramelos y otros
productos en considerable cantidad. Más de 200 kilos de esos productos caen con
fuerza sobre las personas congregadas en la calle.
Mayores
y pequeños se esfuerzan en recogerlos y cualquier procedimiento es bueno para
conseguir mayor cantidad de ellos.
Al
final, muchos habían conseguido llenar sus bolsas, a pesar que algunos optaban
por una recolección selectiva, al preferir las nueces a las almendras.
Al
cesar la “lluvia”, los mayordomos y sus allegados ofrecieron a los presentes
vinos, refrescos y aperitivos. Terminado el rito, todos se trasladaron a la
casa de los otros mayordomos, donde volvió repetirse el lanzamiento de frutos
secos.
Esta
era la otra vivienda, donde no pudimos asistir a la segunda parte del acto, del
que no disponíamos de imágenes en el archivo de nuestro Centro, razón por la
cual quisimos estar presentes allí, disfrutando con los vecinos de Maleján de
esta entrañable y bonita costumbre.
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