D.
Jesús Arcega López conserva con esmero muchos recuerdos de Albeta y de otras
localidades de la comarca. Periódicamente nos visita para hacernos entrega de
cosas siempre interesantes. Ahora, nos ha donado un díptico dedicado a Ntra.
Sra. del Rosario, “según se venera en la iglesia parroquial de Albeta,
provincia de Zaragoza, partido judicial de Borja”. Está impreso por Octavio y
Félez, en la capital aragonesa y, aunque no lleva fecha, creemos que puede
responder a una de las múltiples iniciativas de aquel gran párroco de la
localidad, el borjano D. Eugenio Villafranca Aragón (1885-1956).
En
la fotografía aparece la imagen de la patrona de Albeta bajo el dosel que se le
instalaba con ocasión de su fiesta. Detrás de ella se ve el lienzo pintado en
color azul y con angelotes que, cuando realizamos el inventario de la
parroquia, aún llegamos a ver, aunque hace tiempo que ya no se utiliza.
En
el folleto se hace referencia a la Virgen como “Salus infirmorum”, una de las
invocaciones contenidas en la letanías lauretanas. Su relación con la patrona
de Albeta creemos que no es casual, pues esa imagen atrajo en el pasado a muchas
personas que acudían en busca de la curación de sus familiares, especialmente
en el caso de enfermedades nerviosas.
No
obstante el contenido del díptico es, en cierto modo genérico. Por un lado, la
Consagración a la Santísima Virgen, una práctica piadosa que era muy frecuente
hasta hace poco y que los fieles recitaban al comienzo de cada día. Por otro,
la petición a Santísima Virgen para obtener “la gracia de la Predestinación”. No
vamos a entrar a definir el concepto de predestinación, un profundo misterio
que es interpretado de forma muy diferente por la Iglesia Católica o las protestantes
y al que el Catecismo actual se refiere afirmando que “Para Dios todos los
momentos del tiempo están presentes en su actualidad. Por tanto establece su
designio eterno de predestinación incluyendo en él la respuesta libre de cada
hombre a su gracia”. La salvación o condenación de cada uno no está previamente
predestinada por Dios, sino que en ella interviene la libertad de cada persona.
Dios siempre otorga la gracia de la conversión a los pecadores y los pecadores
son libres para recibirla o rechazarla. Por eso, lo que se pide en este impreso
de Albeta es la ayuda de la Virgen, en la hora de la muerte, para “vencer a las
potestades del infierno” y, por otra parte, para dulcificar “las amarguras de
aquella hora”.
Como
aspecto curioso, podemos llamar la atención que estando dirigido el díptico tanto
a hombres como mujeres, se dejan en blanco todas las terminaciones de palabras
que, en virtud de quien las recite, pueden ser masculinas o femeninas. Es una
opción mucho más correcta que el que ahora se ha introducido de emplear @ en
estos casos.
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