Coincidiendo
con el Congreso sobre Juan de Coloma que se celebrará en Borja, del 26 al 28 de
octubre, será inaugurada una exposición sobre esa época, patrocinada por el M. I. Ayuntamiento, con obras cedidas por
la Excma. Diputación Provincial de Zaragoza, la Institución “Fernando el
Católico”, el Museo de Zaragoza, el M. I. Ayuntamiento de Borja y la colegiata
de Santa María.
Entre
ellas se encuentran dos retratos de Fernando el Católico y de su padre Juan II
de Aragón, realizados por Manuel Aguirre Monsalve que, en 1851, recibió el
encargo de pintar una galería de retratos de monarcas aragoneses para el Casino
Principal, a imagen de los existentes en otros lugares.
Manuel
Aguirre había nacido en Málaga en 1822 y fue discípulo de Vicente López en la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1846, se estableció en
Zaragoza donde fue profesor de Colorido y Composición, así como de Dibujo de
Adorno y Lineal en la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, de la
que entró a formar parte en 1850, como Académico Numerario.
Su
habilidad como pintor y la rapidez con la que trabajaba hicieron posible que,
en muy poco tiempo, lograra abrirse camino en la capital aragonesa, realizando
retratos a las personalidades más destacadas de la época y un gran lienzo para
el retablo titular de la iglesia de San Fernando en Torrero.
D.
Francisco Perpiñán y Perales, barón de la Torre, que era secretario de la Junta
Directiva del Casino Principal cuando le encomendaron la realización de los
retratos de los reyes, le propuso visitar Borja para conocer los existentes en
el Salón de Reyes de la Casa Consistorial, alojándose en la casa que el barón
tenía en la calle de San Francisco, hoy propiedad de la familia Ojeda,
descendientes suyos.
La
amistad entre ambos personajes se hizo más intensa y las visitas del pintor a
Borja fueron frecuentes. En ocasiones, se desplazaba solo, siendo atendido por
el personal de servicio de la casa. Fue el 10 de septiembre de 1856, durante
una de esos viajes a nuestra ciudad, cuando le sobrevino inesperadamente la
muerte en la casa de su amigo, el cual fue avisado inmediatamente por la
servidumbre, haciéndose cargo de todos los gastos de sepelio del artista que
sólo tenía 34 años y fue enterrado en Borja. Aún se conservan, en poder de la
familia, todos los recibos del entierro, con datos tan curiosos como la
participación de plañideras, personajes imprescindibles en estos
acontecimientos luctuosos del momento, cuya presencia se ha mantenido hasta
épocas recientes en otras localidades aragonesas, como hemos tenido ocasión de
comprobar.
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