Tres gigantescos “tragachicos” se reunieron ayer en
el parque de San Francisco de Borja, dispuestos a “devorar” a cuantos pequeños
se acercaran a ellos. Estaba el de Borja, ese dragón verde, recreado hace
algunos años a imagen de los que antaño circularon por nuestra ciudad (al menos
dos, desde comienzos del siglo XX).
Muy
cerca se encontraba el de Pedrola, representando a un insaciable Don Quijote,
pues no en vano esa localidad tiene gran tradición cervantina. A pesar de la poca
airosa postura del “ingenioso hidalgo”, lo cierto es que está muy bien
construido y con acertadas medidas de seguridad.
Más
allá pudimos ver al de Fuentes de Ebro, un extraño pez de hermoso colorido, que
hizo las delicias de los niños que, como en este caso, aplaudían entusiasmados
tras circular por su interior.
Creemos
que es un acierto este tipo de concentraciones, dado que contribuyen a difundir
lo que tenemos en nuestras respectivas localidades. Se hace con los gigantes y
nos gustaría que también ocurriera con las recreaciones históricas,
aprovechando la ocasión para difundir los atractivos de cada municipio.
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