Uno de
los actos de las fiestas que congrega a mayor número de personas es la salida
de la comparsa de Gigantes y Cabezudos que, como ocurre en otros lugares, va
creciendo cada año.
Ayer,
poco antes de la una de la tarde, había expectación por conocer lo que se
ocultaba bajo la tela blanca emplazada a las puertas de la Casa Consistorial. Desvelado
el misterio, resultó ser un nuevo “gigantillo” o “minigigante” que Pablo Azagra
y Gema García han construido para su hijo Pablo, al que se le veía feliz junto
a su madre y que muy pronto ocupó su puesto en el interior de ese danzante de
San Bartolomé que ha causado una grata sorpresa entre los miembros de la
cofradía, a la que pertenece Gema, dado que ignoraban este simpático detalle.
En el interior
del patio de la Casa esperaban los cabezudos para lanzarse sobre la
chiquillería que les esperaba, armados con sus inseparables porras de goma.
Hace
algún tiempo se anunció que los cabezudos no volverían a “pegar”, sino que por
el contrario lanzarían caramelos, pero como ello entraña menor emoción, se ha
sabido compaginar las dos opciones y, mientras lo niños corren delante, detrás de
ellos se lanzan los caramelos.
A la
hora fijada, todo estaba dispuesto en la calle Nueva, aunque hubo algún
gigantillo que llegó atropelladamente a su puesto. En el momento en el que el
Director de la Agrupación Musical Borjana dio la señal, la comitiva se puso en
marcha.
Así
iniciaron su triunfal recorrido por las calles de la ciudad, con el
acompañamiento musical de la Agrupación Musical Borjana, al son de cuyos
pasadobles bailaron los gigantes, portados por los voluntarios que, de forma
magistral, se encargan de este cometido.
Un
acto entrañable en el que tanto los niños como las niñas disfrutan mucho, como
muestran estas imágenes, recogiendo los caramelos o simplemente presenciando el
desfile.
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