El 16 de septiembre de 1943
falleció en San Sebastián D. Ricardo Álvarez de Espejo y González de
Castejón, III marqués de González de Castejón, que había nacido en París el
25 de diciembre de 1864. Era hijo de Dª Teresa González de Castejón y Arnedo,
II marquesa de González de Castejón que, en aquellos momentos, residía en la
capital francesa donde era dama de la emperatriz Eugenia de Montijo.
El 30 de agosto de 1883
ingresó como cadete en la Academia de Toledo, siendo nombrado Teniente de
Ingenieros el 28 de febrero de 1889, tras completar su formación en la Academia
Especial de Ingenieros de Guadalajara. Desempeñó diversos destinos en la península y
el 5 de agosto de 1895 fue enviado a Cuba como teniente del primer batallón del
regimiento de Zapadores Minadores, llegando a La Habana, a bordo del Isla de Luzón, el 9 de septiembre de ese
año. Participó en numerosas acciones de guerra, destacando por su valor,
recompensado con seis cruces de 1ª clase al Mérito Militar con distintivo rojo.
El 4 de octubre de
1896, formando parte de una columna del batallón “Asturias”, mandada por el
teniente coronel D. Marcelino Granados, se enfrentaron a una partida de Antonio
Maceo. Entablado combate con las fuerzas insurrectas, el teniente Álvarez
Espejo con 20 zapadores atacó y se apoderó de la posición de Cayo del Toro,
teniendo nueve bajas y siendo el primero en llegar a ella, donde se sostuvo,
recogiendo sus bajas y demostrando en dicha operación gran valor y serenidad en
el combate. Tras el preceptivo juicio contradictorio le fue concedida la Cruz Laureada
de San Fernando, por R. O. de 26 de diciembre de 1898. El 9 de enero de 1897
había sido ascendido a capitán por méritos de guerra, siendo destinado a la
Comandancia General de La Habana, en la que
permaneció hasta el 20 de julio de ese año, en que embarcó en el vapor Alfonso XII, para regresar a la
península como alumno de la Escuela Superior de Guerra.
Tras diplomarse en
Estado Mayor, en agosto de 1902, fue nombrado ayudante de varios generales,
entre ellos D. Francisco de Borbón y D. Julián Chacel. El 30 de marzo de 1910
pasó destinado como profesor a la Escuela Superior de Guerra, donde permaneció
ocho años.
Ascendió a teniente
coronel en 1918 y en este empleo sirvió en el regimiento de Telégrafos, en el
Estado Mayor Central y como ayudante del teniente general D. Miguel Primo de Rivera.
Pero, su carrera militar experimentó un cambio radical al ascender a coronel y
ser nombrado, el 18 de febrero de 1924, Jefe del Servicio de Aviación Militar.
Durante dos años el coronel Álvarez Espejo vivió intensamente los primeros pasos
de la aviación militar española y el comienzo de su empleo en combate, durante
la guerra de Marruecos, ya que no se limitó a labores de inspección, sino que
intervino personalmente en 24 acciones de guerra.
El 8 de noviembre fue
destinado como segundo Jefe a la Jefatura Superior de Aeronáutica y el 4 de
enero de 1928, tras ascender al empelo de General de Brigada, se hizo cargo de
la Inspección de Tropas y Servicios de la VII Región Militar hasta el 11 de
octubre de ese año, en que pasó a la reserva, siendo ascendido a General de
División, atendiendo a su condición de Laureado.
Hablaba a la perfección
francés, inglés e italiano, traduciendo con facilidad del alemán, por lo que,
durante la I Guerra Mundial, encabezó una comisión española que visitó los
campos de prisioneros del Imperio Austro-Húngaro. Marqués de González de
Castejón, desde el 2 de noviembre de 1905, le fue concedido el hábito de la
Orden de Calatrava el 10 de junio de 1908, y el 4 de junio del año siguiente
prestó juramento como Gentilhombre de Cámara en ejercicio, siendo Jefe de la
Casa de la infanta Isabel.
Durante sus últimos
años pasó largas temporadas en Borja, donde le sorprendió la Guerra Civil.
Durante aquellos años la presencia del marqués de González de Castejón fue
habitual en todas las celebraciones patrióticas y actos oficiales. Lamentablemente, uno de ellos fue el funeral
celebrado en la colegiata de Santa María, el 16 de febrero de 1937, por su hijo
Ricardo que había sido fusilado en Bilbao el 4 de enero de ese año, tras un
duro cautiverio. También tuvo ocasión de demostrar una vez más su valentía, en
una acción que protagonizó en los primeros días de la guerra, cuando contaba ya
con 71 años de edad.
Sus restos reposan en el mausoleo que erigió en
el cementerio de Borja, junto a los de su madre, a la que profesó un profundo
cariño. En la parte anterior del mismo aparece la Cruz Laureada de San
Fernando, en el centro; el distintivo del
Arma de Ingenieros, a la que perteneció, a la izquierda; y una cruz que
no corresponde a la de Calatrava, de la que fue caballero, y que no hemos
podido identificar por el momento.
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