Las
facturas de antiguos establecimientos comerciales constituyen también una
fuente de información; de ahí nuestro interés en reunirlas. Hoy ofrecemos una
selección de las que estamos catalogando ahora.
En
1915 había en Borja, dos farmacias, al igual que ahora. La más antigua era la
de D. Benito Sancho, sita en la plaza del Mercado, que se proclamaba “sucesor
de Guallart”. En el mismo lugar se encuentra actualmente la farmacia de la Lda.
Nogués.
La otra farmacia era la de D. Rafael Escanilla que se anunciaba como “Farmacia Nueva”. Es probable que ya entonces se encontrara en la plaza del Olmo, donde estuvo después la de D. Santiago Alberto, desde donde fue trasladada a la carretera de Cortes.
En
1943 eran dos las confiterías existentes en nuestra ciudad en las que además se
vendían velas, actividad casi tan importante como la de pastelería, hasta el
punto de que las facturas que hemos conseguido corresponden a velas y hachas de
varios tamaños.
La de
Martínez estaba en la calle de Costa y
entonces destacaba su especialidad en pastilla de café. De ella recordamos los
más ancianos sus buenísimas “sultanas” entre otros productos.
La de
Andrés Rubio se encontraba a la entrada de la plaza del Mercado desde la calle
Alfaro Malumbres y elaboraba chocolate en el obrador contiguo. También podían
adquirirse ultramarinos como ocurrió con su sucesor “Casa Sánchez” que ha
estado abierta hasta hace muy poco.
Vamos
a terminar hoy con una referencia a los talleres del gremio del metal. La
factura más antigua (de 1895) corresponde a la Hojalatería y Calderería de
Santos Compans, que estaba en el nº 38 de la calle Mayor, donde además se
hacían cargo de la colocación de cristales.
Sigue
a continuación la de la cerrajería de José María Villares, que lleva fecha de
1916, y no sabemos dónde estaba ubicada. Como puede apreciarse, destacaba su
especialidad en barandados.
La
herrería de Mariano Lerín estaba especializada en 1923 en la construcción de
todo tipo de herramientas de labor, especialmente arados y sus diversas
variantes. Tampoco sabemos el lugar que ocupaba pues el taller situado al
inicio de la carretera al Santuario fue construido por su hijo que le sucedió
en el negocio.
Finalmente,
esta factura corresponde al taller de Avelino Castro que estaba en la Casa de
las Conchas, en la parte derribada donde luego hubo un aparcamiento. Le
sucedieron sus hijos a los que hemos conocido muchos de nosotros. La factura es
de 1933.
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