domingo, 18 de abril de 2021

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         Desde el Museo de Santa Cruz de Toledo nos han llegado los discursos pronunciados por tres académicos en el acto de su Recepción Pública en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

         El primero de ellos es el pronunciado el 25 de marzo de 1990 por D. José Antonio Fernández Ordóñez que versó sobre “El pensamiento estético de los ingenieros: funcionalidad y belleza”, el cual fue contestado por el duque de Alba.

         José Antonio Fernández Ordóñez (1933-2000) fue un destacado Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, especialmente recordado, además de por sus numerosas obras, por las magníficas exposiciones que organizaba a través del Centro de Estudios Históricos de Obras Públicas y Urbanismo. Llegó a la Academia de la mano de su Director D. Federico Sopeña, del duque de Alba y de D. José María García Paredes y en su discurso abordó esa dicotomía siempre presente en la obra de un ingeniero, la relación entre utilidad y belleza. El duque de Alba, con poéticas frases, le dio la bienvenida a la corporación en la que no llegó a permanecer diez años, debido a su prematura muerte.


         El 27 de junio de ese mismo año, ingresaba como Académico de Honor D. Jacobo Hachuel Moreno y lo hacía con un discurso muy diferente a lo habitual, dado que en lugar de abordar una cuestión teórica, habló son sencillez de su propia trayectoria personal, definiéndose como un mercader que comerció con telas y petróleo, entre otros productos, antes de recalar en el apasionante mundo del coleccionismo, al que llegó impulsado por su fina sensibilidad y vasta cultura que corre pareja con su condición de melómano y los múltiples conocimientos adquiridos en sus constantes recorridos por todos el mundo, como recordaba, en su contestación, D. Álvaro Delgado Ramos.

         No me resisto a mencionar la divertida anécdota a la que se refería el nuevo académico al inicio de su disertación, la de D. Segismundo Moret el que fuera Presidente del Gobierno y hombre muy relacionado con nuestra ciudad, quien al ser elegido miembro de la Real Academia de Jurisprudencia, fue demorando el discurso de ingreso hasta el día en el que provisto de un grueso fajo de cuartillas, habló durante una hora, desde la tribuna de la corporación, con su “verbo pulcro y elocuente”, dejando olvidadas en el atril esas numerosas cuartillas que, como pudo comprobarse, estaban en blanco. 


         El tercer discurso lo pronunció el arquitecto D. Rafael de La-Hoz Arderius el 20 de enero de 1991, siendo contestado por D. Luis Cervera Vera.

         Rafael de La-Hoz (1924-2000) fue uno de los grandes impulsores de la renovación de la arquitectura española. Entre sus numerosos proyectos (muchos en la ciudad de Córdoba donde transcurrió su infancia) debemos destacar dos a los que nos sentimos especialmente vinculados, la ampliación del Cuartel General de la Armada y la nueva sede del INSERSO.

         En su discurso definió a los arquitectos como “sastres de espacio” y “Varia espacial” fue el título elegido para su disertación en la que realizó un recorrido magistral por esos espacios mágicos creados por el hombre en el que no faltó una alusión específica a “su” mezquita de Córdoba con mención expresa al obispo de Osma y su rechazo a las golondrinas que anidaban en su interior, que tuvo como consecuencia dejar el interior de la mezquita a oscuras.

         Pero puestos ya a destacar anécdotas mencionaremos también la que relataba el Prof. Busszkiewicz acerca del fracaso de un alumno mongol, dotado de una gran inteligencia, que fracasó una y otra vez en su intento de ingresar en la Escuela de Arquitectura de Poznann debido a su incapacidad para representar el espacio en perspectiva. Al visitarle en su tierra natal, Busszkiewicz creyó descubrir la razón en el paisaje que rodeaba su vivienda: una estepa sin límites y sin ningún tipo de referencia que “le hubieran permitido educar en su infancia la apreciación de que, cuando las paralelas convergen en un lejano punto de encuentro, están cantando distancias”. No obstante hemos conocido a muchas personas que no nacieron en las estepas rusas y que, sin embargo, son incapaces de “leer” un plano desde una perspectiva espacial. 




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