El palacio de la familia Nogués en la actual calle de Costa de Borja es uno de los edificios emblemáticos de la ciudad y uno de los que cautivaron al arquitecto D. Fernando Chueca Goitia en su primera visita a Borja, allá por los años 60 del pasado siglo. Destacaba el ilustre arquitecto la belleza de su galería con columnas toscanas, con cubierta hacia el jardín, pero con el detalle de que la disposición de tejado del edificio a dos aguas, sobresaliendo sobre la galería, le daba el aspecto de un frontón triangular. Le llamó también poderosamente la atención el precioso jardín que, por entonces, aún conservaba su trazado original.
Al morir el último propietario que residió
allí y sus extrañas disposiciones testamentarias provocaron el desinterés de
sus sucesores y el abandono del edificio, cuya supervivencia llegó a estar amenazada.
No hace mucho, se hizo con su propiedad
una importante empresa borjana y acometió su restauración. Al ser un edificio
protegido, la Comisión Provincial de Patrimonio emitió un dictamen (al que
tuvimos acceso) en el que imponía la obligación de conservar la galería y la
escalera principal de este monumento que, en su origen, había sido el palacio
de la familia Lajusticia en el siglo XVI, uno de los más importantes de la
ciudad, posiblemente mayor que la Casa de las Conchas, aunque una parte del
mismo fue derribado, incluyendo la zona que era de propiedad municipal. Lo que
quedó fue esta otra zona a la que nos estamos refiriendo que, adquirida por los
Nogués, fue completamente modificada, adaptándola a los gustos de la época, aunque
el núcleo central siguió siendo el del primitivo palacio.
En estos momentos, las obras están a
punto de finalizar y, a pesar de ciertas reticencias iniciales, la impresión
que produce una visión exterior es la que, en gran medida, se han logrado
salvar sus principales características, como muestran estas imágenes.
También se ha actuado en su fachada
principal (que se encontraba en mejor estado) y se ha restaurado su puerta en
la que esperamos vuelvan a ser instaladas las reproducciones de los hermosos “llamadores”
con los que contaba, hasta que intentaron robarlos.
No conocemos el resultado final de la restauración
de su interior, adaptado a los nuevos usos del edificio, pero la valoración
global debe ser positiva, algo que no ocurre con el antiguo jardín, pero esa es
otra cuestión que no afecta a los propietarios del monumento.
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