Una de las personas con las que comentamos todo lo referido a nuestra reciente estancia en Valencia, se sorprendía de que, en tan poco tiempo, hubiéramos tenido la oportunidad de efectuar tantas visitas. Lo cierto es que fue un viaje intenso en el que el programa que nos habían preparado nos permitió conocer lugares a los que nunca hubiéramos accedido en un desplazamiento “normal”. Uno de ellos fue la visita realizada al último taller de seda, en la localidad de Moncada, que está en camino de convertirse en museo, pero que sigue en funcionamiento.
Allí fuimos recibidos por la Alcaldesa
del municipio Dª. María Amparo Orts Albiach y por el arqueólogo municipal D. Josep
Maria Burriel Alberich, el cual nos informó sobre el proyecto de transformación
de la antigua fábrica Garín en museo.
Seguidamente, visitamos la sala I donde
se conserva la documentación de la empresa y los diseños de los tejidos que se
elaboran allí, de belleza indiscutible.
En la siguiente sala pudimos ver a una importante colección
de telares históricos del siglo XIX que han llegado allí desde diferentes
procedencias. Son telares Jacquard, en referencia al nombre de su inventor, el
francés Joseph Marie Jacquard quien, en 1901, inventó un procedimiento que vino
a simplificar, de manera notoria, el procedimiento de fabricación de las telas,
incorporando inventos de otros compatriotas. De hecho, el sistema funciona como
un primitivo ordenador de tarjetas perforadas.
Tratar de explicar en pocas líneas el
funcionamiento de estos telares es tarea difícil, dada la complejidad de un
sistema regido por estas tarjetas, ahora continuas, cuyos agujeros rigen el
movimiento de los hilos, adaptados al diseño que cada una representa.
En otra sala pudimos ver los telares en
funcionamiento, donde se producen esos tejidos en seda que, en su práctica
totalidad, se dedican a la confección de los trajes de falleras, con una amplia
variedad de diseños y, dentro de cada uno de ellos, con diferentes juegos de
colores.
Para conocer el precio de estas telas,
basta señalar que, en cada telar, se producen unos 25 cm de “espolín” (tejido
de seda a mano) al día y que, para un traje de fallera se requieren bastantes
metros. En 2023, esta empresa se hizo con la adjudicación del espolín para los
trajes de la fallera mayor y de la fallera infantil de Valencia, por un importe
de 19.500 euros para el traje de la fallera mayor y de 18.000 por el de la
infantil. Pero, eso es únicamente el importe del espolín para la falda. A ello
hay que añadir 3,5 metros suplementarios de seda lisa para el corpiño (de un
precio menor) y todos los complementos del traje.
Todos esos detalles nos fueron
explicados por la responsable del taller, en el que trabaja un número reducido
de personas, siendo el último de estas características que funciona.
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