Durante nuestra estancia en Valencia, tuvimos la oportunidad de visitar el Museo que es, sin duda, uno de los mejores de España y que, desde 1946, está ubicado en el antiguo Colegio Seminario San Pío V, fundado en 1683 por el arzobispo de Valencia fray Juan Tomás de Rocabertí.
Nada más entrar, sorprende la cúpula de
la antigua iglesia, con su llamativa pintura azul estrellada e, inmediatamente
después, la gran sala dedicada a la pintura gótica, en la que encontramos la
obra que va a ser objeto de este comentario.
Se trata de una obra de Joan Reixach, pintor documentado en
Valencia entre 1431 y 1486, que procede la cartuja de Porta Coeli, en Serra. Forma
parte de una predela con escenas de la Pasión, entre las que destaca la representación
del Prendimiento de Cristo en el Huerto de los Olivos.
Esta cartuja en la que profesó el hermano de San Vicente Ferrer, Bonifacio, fue desamortizada, como tantos otros monasterios españoles, pero, en 1944, regresaron los monjes, siendo en la actualidad la más antigua de España y a ella se trasladaron desde Zaragoza, en 2011, los monjes de la cartuja de Aula Dei.
Pero volviendo a la tabla que ha
merecido nuestra atención, en la que está representado el momento en el que
Judas besa a Jesucristo en el Huerto de los Olivos, para identificarlo y hacer
posible su captura por parte de los soldados y emisarios enviados por los Sumos
Sacerdotes, queremos destacar los llamados “nimbos de Santidad” de forma circular
que rodean las cabezas de los Santos. Suelen ser dorados, como el de San Pedro,
pero, en el caso concreto de Cristo, lleva dibujada una cruz y se conoce como “nimbo
crucífero.
Menos conocido es el hecho de que a Judas, el Apóstol traidor, el que por treinta monedas de plata vendió al Maestro, se le representa a veces con un nimbo negro, como en este caso. No siempre es así pues en algunas representaciones de la Última Cena, suele ser el único apóstol sin nimbo.
Espectacular es la imagen de San Pedro
que, empuñando una espada corta y curva, tipo cimitarra con empuñadura de
madera, corta la oreja de Malco, el criado del Sumo Sacerdote. Es una escena
que, de una u otra forma, relatan los cuatro Evangelistas. Es San Juan el que
aporta el nombre del agredido y San Lucas el que informa que fue curado de la
herida por el mismo Cristo. San Mateo reproduce la conocida frase del Señor,
referida a San Pedro, a quien ordenó “Envaina tu espada pues todos los que
empuñan espada a espada morirán”.
Pero lo más sorprendente y que no habíamos visto representado de esta manera, con anterioridad, es la forma en la que uno de los soldados agarra por sus partes pudendas a Jesucristo, lo que constituye una muestra de irreverencia de tal magnitud que parece increíble que apareciera en una obra destinada a un templo.
De hecho, el mismo autor volvió a
representar esta escena en la predela del retablo de Nuestra Señora de los Ángeles
y la Eucaristía, con destino a otra cartuja, la de Valldecrist, en Altura (Castellón),
con una composición muy similar, aunque en ella no dejó plasmada esa muestra de
irreverencia a la que nos hemos referido.
De esta obra, que también puede verse en el mismo museo, destacamos la imagen de Satanás que está representada en el escudo de uno de los guardias que rodean al Señor, con cuernos, orejas puntiagudas y largas barbas.
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