Junto a la iglesia parroquial de Ambel, formando una unidad con ella, se encuentra la antigua casa conventual de la Orden de San Juan, señora de la localidad hasta el siglo XIX, del que nos hemos ocupado en repetidas ocasiones.
Se trata de un palacio de considerables
dimensiones que, en la actualidad, es propiedad de tres ciudadanos británicos
que se esfuerzan en conservarlo con sus propios recursos y con los que,
recientemente, tuvimos la oportunidad de volver a visitarlo.
Si algo nos llamó la atención, en esta ocasión,
fue la limpieza de su patio de armas, embellecido por el aroma de unos jazmines
florecidos y las plantas que allí crecían, dotándole de ese aire especial que
se desprende de los grandes monumentos que no han sido objeto de una total restauración,
por lo que siguen manteniendo ese aspecto “decadente”, anclado en el tiempo.
Algo similar ocurre al recorrer sus estancias,
mínimamente decoradas con elementos circunstanciales y con los cuadros de dos de
sus propietarios, que son muy buenos artistas. De uno de ellos, tenemos el
propósito de mostrar este año, en la Casa de Aguilar, la serie que dedicó a las
consecuencias del incendio que sufrió Ambel.
Desde las galerías que se abren al
patio y al exterior del palacio, pudimos disfrutar de la paz de la tarde y
volver a revisar los interesantes grafitos que allí existen, algunos de ellos
de antiguos buques que enarbolaban el pabellón de la Orden.
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