Uno de los espacios más interesantes
del Museo de Bellas Artes de Valencia es el llamado “patio del embajador Vich”,
que procede del palacio que Jerónimo Vich y Valterra, embajador de Fernando el
Católico ante la corte papal, tenía en la ciudad de Valencia.
A mediados del siglo XIX, el edificio fue derribado y las piezas de mármol que formaban parte del patio se dispersaron, aunque buena parte de ellas se conservó en el convento del Carmen. Finalmente, en 2007, se decidió reconstruirlo en el museo, rehaciendo aquellos elementos que se habían perdido.
Sus trazas son de origen romano y, en opinión de algunos, de Roma procedía el arquitecto que lo realizó. Sin embargo, son muchos los que opinan que estamos ante un modelo propio del Levante español, aunque con influencias italianas. Ello se basa en las características de las bellísimas ventanas, en las que, por otra parte, encontramos paralelismos con otras de nuestra ciudad.
La planta superior del patio era
utilizada como almacén del museo, pero, ahora, ha sido acondicionada para exponer
los fondos escultóricos, muchos de ellos procedentes de la Real Academia de
Bellas Artes de San Carlos y de indudable importancia. No es una sala de museo
al uso, sino que mantiene cierto aspecto de almacén que, sin embargo, permite
disfrutar de las interesantes piezas que allí se muestran.
Entre ellas, se encuentra este busto de Vicente Blasco Ibáñez, obra del escultor aragonés José Gonzalvo Vives (1929-2010), nacido en Rubielos de Mora (Teruel) y fallecido en Valencia que fue un gran artista, autor de numerosas obras, realizadas en metal, como la que pudimos admirar en compañía de su hija Ángela Gonzalvo Navarro, que formaba parte de nuestro grupo.
Entre los muchos monumentos de este
artista, muchos de nuestros lectores habrán visto el dedicado a Costa en la
plaza de Santa Engracia de Zaragoza. A Goya le dedicó uno en Fuendetodos y otro
en la ciudad condal (que aparece en la segunda foto); mientras que a su hija le
gusta especialmente el monumento a la vaquilla de Teruel.
Ángela es también una gran pintora y
nos han gustado mucho las obras que, de ella hemos encontrado. Dirige, además,
el Museo que su padre creó en su localidad natal de Rubielos de Mora.
El museo se encuentra en el antiguo
convento de carmelitas calzados, fundado por Miguel Navarro, boticario de Felipe
II, e inaugurado en 1662. Abandonado tras la Desamortización, en su interior
fue instalada una fábrica textil y al cerrar en 1977 adquirió el edificio D.
José Gonzalvo.
Posteriormente, la familia Gonzalvo vendió parte del convento a la Diputación Provincial de Teruel que ha restaurado parte de la iglesia, utilizándola con la planta baja del claustro para fines culturales.
Pero, en la planta superior, la familia
mantiene su vivienda y ha acondicionado allí el museo dedicado a la obra del
escultor (escultura y pintura) que, al
propio tiempo, es centro de difusión cultural, a través de las numerosas actividades
que organiza. Tendremos que visitarlo.
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