lunes, 31 de agosto de 2020

El martirio de San Juan Bautista

 


         El pasado sábado, 29 de agosto, celebró la Iglesia una fiesta antaño importante, la del martirio de San Juan Bautista que, como relata el evangelio de San Mateo, fue mandado decapitar por el rey Herodes Antipas, a petición de la joven Salomé, hija de Herodías con la que se había casado el monarca. El hecho de que Herodías hubiera sido antes esposa de Herodes Filipo, hermano del rey, había sido recriminado por el Precursor, lo que provocó el odio de Herodías que aprovechó la primera ocasión para deshacerse de él, a pesar de que no era esa la intención de Herodes.



         Este tema iconográfico ha sido objeto de atención por parte de numerosos artistas, entre ellos Caravaggio que lo abordó en varias ocasiones. La primera fotografías corresponde a un fragmento de uno de sus lienzos y la segunda es de la obra que puede verse en la concatedral de La Valetta (Malta) en una de sus capillas donde ofrece un aspecto sorprendente. La Orden de San Juan de Jerusalén lo tiene como titular y Caravaggio estuvo muy relacionado con ella durante una etapa de su tormentosa vida.




         Pero otros muchos artistas se sintieron atraídos por el dramatismo de la escena, como Pedro Pablo Rubens, autor de estas dos obras, a las que podríamos sumar las de diversos autores, incluso españoles, como Carreño de Miranda que también lo reflejó en un lienzo.





         La cabeza cortada de San Juan también ha sido representada escultóricamente, como muestran estos tres ejemplos de las obras conservadas en la catedral de Granada, el Museo de Sevilla y el Nacional de Escultura de Valladolid.




         El citado evangelio de San Mateo indica que, tras su muerte, los discípulos de San Juan el Bautista recogieron sus restos. Nada se supo de ellos hasta que, en tiempos del emperador Valente (364-378), un 29 de agosto unos monjes aparecieron con su cabeza en Cilicia. El emperador mandó llevarla a Constantinopla y el día 29 de agosto fue fijado como fiesta de la Invención y Tralación de la reliquia. Volvió a quedar relegada en el olvido hasta que fue redescubierta en el siglo IX, siendo objeto de gran veneración en Constantinopla. Según la tradición, cuando los cruzados tomaron la ciudad en 1204, un canónigo de Amiens la llevó a su ciudad, donde se venera sobre la bandeja de plata que muestra la imagen.



         Pero, según otra tradición la preciada reliquia fue donada al Papa Inocencio III (1216-1227) el cual mandó depositarla en la iglesia de San Silvestre de Campo Marzio, que pasó a ser conocida como San Silvestre “in capite”, en alusión a la cabeza. Allí se venera ese cráneo que disputa con el de Amiens el ser el auténtico.



         Esta sorprendente duplicidad se complica por el hecho de que hay otras iglesias de Bélgica, Alemania, Francia, Suiza e incluso España que afirman poseer cabezas de San Juan. Además, en la mezquita de los Omeyas de Damasco se encuentra la tumba de San Juan, que muestra esta imagen. Hay que tener en cuenta que el Santo es considerado también por los musulmanes un gran profeta y en el museo del antiguo palacio de Topkapi (Estambul) se muestra un fragmento de su cráneo.



         Pero, en junio de 2010, en el transcurso de las excavaciones realizadas en el templo más antiguo de la isla de San Iván (San Juan) próxima a la localidad de Sozopol (Bulgaria), fue encontrado un relicario de alabastro, aún sellado, que contenía dientes, huesos de la cara y una mano que, sometidos a un estudio científico por parte de destacados especialistas, pudo demostrarse que correspondían a un varón que había vivido en la época de San Juan Bautista, de manera que, hasta el momento, son los restos que más se aproximan a su perfil.



         No es de extrañar que, ante esta proliferación de reliquias, de las que sólo hemos mostrado algunas, existan investigadores dedicados a seguir su rastro, como es el caso de nuestro compañero de Europa Thesauri, Georges Kazan, que aparece en esta fotografía con el historiador D. David Ferrer.


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