Este año ha costado pero, al final, con la colaboración de Jaime Suñer, que se despedía hasta enero, hemos podido instalar el sencillo portal y el árbol de Navidad en la planta baja de la Casa de Aguilar.
A
falta de cambiar el paño que recubre la mesa, realmente feo, y de colocar la
decoración floral que suele acompañarle, el Nacimiento está dispuesto para
recibir alguna anunciada visita musical que no sabemos si llegará a efectuarse.
También
hemos engalanado, como siempre, el balcón principal de la casa, lo cual no es
fácil, dado que los mástiles de las banderas impiden que los tapices cuelguen
adecuadamente.
Nos
disponemos así a celebrar una Navidad extraña, debido a las grandes
limitaciones que impone la pandemia e intentaremos acostumbrarnos para las de
próximo año que pueden ser similares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario